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Poemas, por Richard Montenegro

4 Sep

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Revista Cosmocápsula número  10. Julio – Septiembre 2014. Cápsulas literarias.

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Poemas

Richard Montenegro


I

Con mi pasado encerrado en una botella

he caminado

de Betelgeuse a Aldebarán

he respirado galaxias

y quasares

Tomé en Praga una limonada

conversé con Gandhi

en Dublín

Saboreé el aroma de épocas pasadas

que Bóreas trajo a mí

rocé la luz del futuro redentor

contando la edad del tiempo

con mis dedos

Mientras en mi pecho latía:

El Universo.

II

Cómo puedo tomar en serio al cosmos

cuando allá arriba me guiñan

millones de ojos.

III

Cuando aún las cigarras eran mayores,

escuchaba el susurro de la Tierra

Y

el llanto de los ancestros

que llega del verde desierto

sintiendo mío el latido

del Yaguar

mirando con los ojos

de la noche voraz

Y ahora que el mar se ahoga

y espero a los guerreros de la aurora

veo cada vez más,

menos estrellas.

 


Richard Montenegro. Perteneció a la redacción de las revistas Nostromo y Ojos de perro azul; también formó parte de la plantilla de la revista universitaria de cultura Zona Tórrida de la Universidad de Carabobo. Es colaborador del blog del Grupo Li Po: http://grupolipo.blogspot.com/. Es autor del libro 13 fábulas y otros relatos, publicado por la editorial El Perro y la Rana en 2007 y 2008; es coautor de Antología terrorista del Grupo Li Po publicada por la misma editorial en 2008. Sus crónicas y relatos han aparecido en publicaciones periódicas venezolanas tales como: el semanario Tiempo Universitario de la Universidad de Carabobo, la revista Letra Inversa del diario Notitarde, El Venezolano, Diario de Guayana; y en páginas web como la española Ficción Científica y venezolana-argentina Escribarte.



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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – Septiembre 2014

"Bienvenido a Edx" por Rocío Sala Espiell

29 Ago

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Revista Cosmocápsula número  10. Julio – Septiembre 2014. Cápsulas literarias.

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Bienvenido a Edx

Rocío Sala Espiell


***

Bienvenido a Edx, mi nombre es Elexa, ¿en qué puedo ayudarlo?” No pudo contestar, se limitó a mirarla: ojos oscuros, pómulos marcados, cuello largo y enseguida la nada misma, un cuerpo recto, tapado por un conjunto de enfermera, como los que se usaban hacía años. Quiso preguntarle si todos los empleados del lugar eran como ella, pero solamente afirmó con la cabeza. Atravesó la puerta y tomó asiento al lado de una pareja de ancianos y de una chica de unos dieci-tantos años.

La ansiedad rondaba en el aire, las expectativas, el qué será. Ante cada número todos levantaban la cabeza, miraban la pantalla que llevaba la cuenta y la volvían a bajar. Dijeron su número, Elexa se acercó y le tendió el brazo para acompañarlo hasta el consultorio: dientes blancos, derechos, con una abertura en el medio. El detalle, pensó, recordando lo que solía decir su marido. No estaba en el plan traerlo de vuelta, pero no lo podía evitar. La decisión seguía siendo de a dos. Eso quería: seguir siendo dos hombres en la casa, dos personas para cada decisión. Quería de nuevo a su esposo.

Caminaron hasta estar frente a la única habitación que tenía la puerta abierta: tres sillas frente a un monitor gigante con un par de ojos que lo miraban, lo atravesaban, lo llamaban. Le agradeció por acompañarlo hasta ahí y atinó a cerrar la puerta, pero Elexa pasó con él y le indicó que tomara asiento.

Elegís desde acá –dijo, señalándole el tablero que parecía ser la continuación del monitor– y allá podes ver la representación de tus manos –señaló la pantalla. Se veían sus dedos, las huellas, la textura, las líneas.

   –Está bien –dijo, intentando que parara, no quería más explicaciones. Ya había estado. Ya habían estado–. Gracias –agregó, y antes de que la palabra terminase de salir de su boca ya estaba solo.

El lugar quedó vacío; desierto. La soledad le pesaba en los hombros y lo hacía dudar sobre cuáles eran sus verdaderas intenciones. Quería apostar a una familia, pero hacerlo así no era la idea. Acercó la mano al tablero, pudo ver sus dedos en la pantalla y los llevó hasta la palabra: “EMPEZAR”. El lugar se llenó de vida, de colores, de sonidos, de olores; sus sentidos se activaron por acá y por allá. La experiencia de crear.

¿Random o a elección? Elección.

¿Hombre, mujer o hermafrodita? Hombre.

¿Bebé, adolescente o adulto? Adulto.

¿Estático o evolutivo? Estático.

Le habían explicado cómo iba a ser, los pasos que tenía que dar, pero al hacerlo se sentía todo tan automático, falso. Miró la pantalla, las opciones, las diferentes facciones que de repente habían aparecido, y cada uno de los detalles que formaban a esa persona que quería volver a tener, cada uno de los defectos, todo. Demasiadas opciones. No quería hacerlo, no iba a ser realmente él: sería un algo, un alguien, pero no él. Habían sido aceptados como humanos, pero nadie lo podía comprobar.

Volver. Volver. Volver.

Quería tener una familia y al mismo tiempo tenerlo de vuelta. Permitían uno por año por persona, no podían dejar que hubiera huérfanos creados artificialmente, aunque se suponía que llegada a cierta edad eran autosuficientes, como cualquier otro humano.

¿Random o a elección? Elección.

¿Hombre, mujer o hermafrodita? Hombre.

¿Bebé, adolescente o adulto? Bebé.

¿Estático o evolutivo? Evolutivo.

Una familia, un hijo, alguien a quien educar y ver crecer. Quería elegir sin discriminar, darle un futuro, hacer un bebé apto, un humano acorde a las necesidades actuales. De nuevo las facciones: ojos oscuros, pelo castaño, altura máxima, calzado, intereses artísticos y científicos.

Enviar.

Su pedido está por ser enviado a la central. Una vez hecho esto tiene 24 horas para deshacer el pedido. ¿Desea continuar?

Deshacer.

Volver. Volver.

No había ido con esa idea, necesitaba otra cosa, volver a ser dos para elegir.

¡Elexa! –gritó y enseguida vio como se abría la puerta a sus espaldas. Se acuclilló a su lado y le preguntó en qué podía ayudarlo.

¿Quién sos? –Preguntó, sin animarse a preguntar “qué” en vez de “quién”. Necesitaba saber qué estaba por hacer, por crear.

Mi nombre es Elexa y estoy acá para ayudarlo.

Un nombre, ¿eso somos? Pensó, mirándola fijo. Era más que eso. Seguramente trabajaba seis horas, tenía amigos, gente que no sabía que había sido creada de forma artificial, personas que no se daban cuenta que cada elección en su vida había sido previamente programada.

No Elexa, ¿quién sos?

Mi nombre es Elexa y fui creada a elección, de forma estática, con treinta y dos años…

¿Sos feliz? –No pudo escuchar más y la interrumpió. Su discurso había sido previamente elaborado. Él no quería eso. No quería eso para nada ni nadie.

No señor. Mi estado de ánimo es cambiante, fue denominado neurosis con posible derivación en depresión a causa de inestabilidad y una sensación de felicidad inalcanzable.

Quedó mudo. Se llevó la mano a la cara y se refregó los ojos. Le agradeció a Elexa y le pidió que se retirara. De nuevo la soledad, e intentar entender cómo alguien crea un sujeto así.

Es inhumano crear una psiquis inestable –susurró y sus palabras lo hicieron retroceder. No podía hacer eso.

Volver. Volver.

Random.

Usted está por dejar un paso al costado a la ciencia, cada una de las opciones desestimadas es un riesgo para el nuevo humano, una posibilidad de fracaso.

¿Fracaso? ¿En qué nos convertimos?

Lo felicitamos, está apostando a la evolución natural de la especie. Por favor, firme en donde está la “x”. La voz acompañó letra a letra a la mano invisible que fue escribiendo en la pantalla, hasta dar lugar al sitio en donde tenía que firmar. No elegir significaba riesgos, pero después de todo estaba creando un humano, por eso había elegido random. No quería un robot. Sacó rápido la mano del tablero: no quiero un robot. Pegó un salto. ¿En qué me convertí?, dijo para sus adentros y salió sin firmar, sin poner enviar, sin hacer su pedido.

 


Rocío Sala Espiell (Argentina, Buenos Aires – 1992) Soy estudiante de las carreras de Licenciatura en Letras y Artes Audiovisuales en la Universidad Nacional de La Plata. Estoy interesada en la escritura desde muy chica: empecé con ideas plasmadas en un papel que me ayudaban a traspasar los problemas típicos de la niñez y la adolescencia. Continué produciendo cuentos cortos y hace ya algunos años que intento aprender lo que es la producción de novelas. Participé de varios concursos y sigo intentando abrirme paso en el mundo de la escritura.

Mi página personal en donde publico diferentes tipos de narrativa: https://www.facebook.com/WordsofDew



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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – Septiembre 2014

Le Yad: Galería de Ilustraciones

20 Ago

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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – septiembre 2014. Arte.

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Le Yad: Galería de Ilustraciones

Yadira Martínez «Le Yad»


 

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Yadira Mtz (Le Yad)

Nací una madrugada de octubre; crecí habitada por los detalles, apropiándome de imágenes y experiencias; ahora con la maleta llena de signos me devuelvo al mundo por medio de mis ilustraciones”

Licenciada en Diseño de la Comunicación Gráfica por la Universidad Autónoma Metropolitana, Le Yad trabaja en Diseño de Imagen y discurso visual: Diseño gráfico, Plástica e Ilustración. Experimentando con técnicas tradicionales y digitales, sus ilustraciones comulgan con texturas, lo mismo que pintura vegetal, café, tinta gel y acrílicos.

Sus obras han sido seleccionado por el Museo Mexicano del Diseño (“A la muerte con una sonrisa”-2009), en el Catalogo de Ilustraciones Infantiles y Juveniles de CONACULTA (2011), XXIV Concurso de cartel “Invitemos a Leer” –CONACULTA (2012), el Salón de Ilustración IMAGENPALABRA-Colombia (2013), Congreso Internacional de Ilustración FIG 04-Colombia, entre otros, siendo su trabajo expuesto en México y Colombia.

Como profesional ha impartido talleres sobre la imagen plástica como transmisor de conceptos y ha fundado su propia marca de productos.  Actualmente es miembro del Consejo del proyecto de Asociación de Ilustradores en México-AMDI, miembro del colectivo El Ilustradero, editora de arte de la revista Cosmocápsula-Colombia  y directora-fundadora de “Taller de Sueños”, espacio dedicado a la lectura y a la ilustración.

Blog personal: http://simplemente-yad.blogspot.mx/

RECONOCIMIENTOS:

2009 MUMEDI, Selección convocatoria cartel “A la muerte con una sonrisa”

2011 CONACULTA, Selección convocatoria “Catálogo de Ilustradores de Publicaciones Infantiles y Juveniles”

2011 UVA (Unidad de vinculación Artistíca) Tlatelolco, creación y generación en coolaboración del mural UVA 2011-2012

2012 CONACULTA. Mención Cartel “Invitemos a Leer”

2013 Selección «1er convocatoria Internacional de Ilustraciones» del «2do certamen Internacional de narrativa Breve (Madrid-España)

2013 Selección 4to. Salón de la Ilustración (Colombia), “Imagen-Palabra”

OTROS:

2012 “Un cuento todos los cuentos”, día mundial del libro-explanada de Bellas Artes, Salas de lectura-CONACULTA

2012 FILIJ , Presentación editorial “El mosquito escritor” de Yo si leo editores

2012 Primer Coloquio “Diálogos Ilustrados”, CONACULTA-AMDI

2013 “Un cuento todos los cuentos” , día mundial del libro-explanada de Bellas Artes, Salas de lectura-CONACULTA

2013 Muro del Ilustrador “Fiesta del libro y la Rosa” UNAM

2013 “Mosaico de Arte” Suplemento periódico Reforma


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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – septiembre 2014

"Los Amos" por Daniel González

14 Ago

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Revista Cosmocápsula número  10. Julio – Septiembre 2014. Cápsulas literarias.

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Los Amos

Daniel González


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«Alien Base-51» por Prokhoda en Deviantart.com. Licencia Creative Commons Attribution 3.0. 

En realidad no sabíamos su verdadero nombre o de donde provenían. Desconocíamos como se llamaba su mundo de origen y no teníamos forma de comunicarnos con ellos. Personalmente no tengo muchos detalles de cómo fue su llegada a la Tierra pues nací varias generaciones después de ello. Mis padres me contaron por tradición oral que aquellos seres arribaron a la Tierra a través de un abismo en el cielo que conectaba con el infierno.

Los llamábamos los Amos. Su aspecto era aterrador. Eran gigantes, mucho más grandes que un ser humano, medían lo que seis hombres adultos. Tenían diez patas similares a las de un insecto y cuatro extremidades superiores parecidas a pinzas. Su cuerpo rugoso y viscoso estaba recubierto por un caparazón similar al de un escarabajo enorme y tenían una cabeza alargada y picuda con mandíbulas como de tarántula y cinco ojos negros y redondos totalmente inexpresivos. Se comunicaban entre ellos por extraños sonidos como chasquidos y la comunicación entre nuestras especies nunca fue posible.

 

Nací en una jaula junto a mis padres. Ellos nunca se amaron ni pudieron elegirse como pareja, pues los Amos simplemente colocaban a las mujeres en cuanto alcanzaban la pubertad junto con sementales de cualquier edad, mientras fuera una reproductiva, con la finalidad de que se aparearan. Si el número de estos sementales escaseaba, que era muy común, las mujeres eran inseminadas artificialmente en laboratorios por medio de dolorosas inyecciones.

 

La jaula donde crecí estaba ubicada en una enorme edificación de dimensiones enormes administrada por los Amos y estaba saturada de personas de todos los sexos y edades. El espacio era muy limitado y la cantidad de individuos demasiado grande. La comida y la bebida que nos daban era insuficiente y los conflictos por acaparar dichos víveres eran comunes y, en muchos casos, violentos. Tampoco era inusual que hubiera peleas por las mujeres.

 

Los momentos más horribles se daban una vez cada seis lunas, aproximadamente. Algunos de nosotros eran seleccionados y llevados hasta un área del criadero donde los Amos, ignorando las súplicas y ruegos de los condenados, procedían a degollarlos y extraerles la sangre para luego despellejarlos y destazarlos, preparando su carne para el consumo. En algunos casos, ya fuera por negligencia sádica o por ineficiencia simple, muchos condenados no morían por los cortes en el cuello o nunca los recibían y padecían el ser desollados y mutilados vivos. Sus gritos resonaban horriblemente llenándonos de pavor y maldiciendo nuestra existencia. Arrepintiéndonos de haber nacido. Preguntándonos ¿qué hicimos los humanos para merecer esto? Así murieron mis padres.

 

Mi escape se dio por razones completamente casuales. Los Amos no eran infalibles y en cierta ocasión una disputa surgió entre dos de ellos que se pelearon airadamente y se agredieron hasta que uno tropezó y destruyó la jaula aplastando a varios de mis congéneres, pero otros pudimos correr y escapar. El disturbio provocado por el monstruo al tropezar distrajo la atención lo suficiente como para que yo me escondiera entre los recovecos de la granja y, cuando oscureció, partí de inmediato.

 

La civilización humana había sido completamente barrida. Todas nuestras ciudades y estructuras arquitectónicas fueron devastadas hasta ser sometidas al olvido. Solo quedaban los recuerdos que nos transmitían nuestros padres sobre legendarias ciudades y centros urbanos ya olvidados y destruidos. Ahora, aquellos seres habían convertido la Tierra entera en algo parecido a un gigantesco panal metálico. Su arquitectura era horrible, al menos a mis ojos, pues parecían fierros retorcidos y picudos entrelazados formando extrañas estructuras cónicas y trapezoidales. Así eran sus extensas ciudades oscuras.

 

Me oculté entre los escondrijos cuidando de no ser encontrado. Los Amos recorrían sus ciudades aparentemente sin percatarse de mí. Viví largo tiempo subsistiendo miserablemente entre las cañerías de sus ciudades alimentándome de sus desperdicios. Observé que algunos de ellos tenían un extraño pasatiempo en donde colocaban a dos hombres dentro de un cerco a que se golpearan entre ellos hasta que uno de los dos (o los dos) terminara incapacitado para seguir peleando o muerto, mientras ellos observaban la contienda.

 

Aquellos horribles túneles oscuros y pestilentes se habían convertido en mi hogar. Los atravesé por extensas distancias y en ocasiones curioseaba por entre sus agujeros. Uno de estos túneles conectaba con un laboratorio científico y lo que vi allí no lo puedo describir… solo digamos que las cosas tan espeluznantes que aquellas criaturas perpetraban en nosotros para comernos eran menos espantosas que las torturas y suplicios que infringían a desgraciados humanos de todas las edades en sus morbosos experimentos científicos. Pude observar, además, cómo estaban experimentando con mezclar a los humanos con otras especies, convirtiéndolos en genuinos monstruos, muchos de los cuales terminaban viviseccionados.

 

Aquellas visiones tan terroríficas me enfermaron. Decidí apartarme lo más posible de aquellos demonios y me alejé mucho… realmente mucho. Transité por días y días a través de las cloacas y los oscuros y sucios túneles hasta terminar agotado. Aquella monstruosidad urbana nunca terminaba y en uno de mis viajes el suelo debajo de mí se quebró y me encontré a mí mismo cayendo en la oscuridad dentro de alguna antigua bóveda.

 

Debo haber perdido el conocimiento al caer pues desperté varias horas después. La luz era tenue pero mis ojos se acostumbraron y pude observar que me encontraba en las ruinas de una ciudad subterránea, una de las antiguas ciudades de la humanidad enterrada por los Amos cuando estos invadieron el mundo y crearon su propia versión de la civilización.

 

La luz se filtraba a través de grietas en el techo y pude contemplar los vestigios ruinosos de alguna antigua metrópoli de mis ancestros, ya olvidada. Caminé por aquellas calles hasta llegar a una fuente de aguas cristalinas donde pude asearme tras días de deambular en las alcantarillas de los monstruos.

 

Luego caminé hasta llegar a lo que parecían los restos de un enorme edificio diseñado probablemente para fines gubernamentales o militares ya que estaba fuertemente blindado, pero aún esa enorme estructura languidecía ahora como un monumento a la derrota humana. Ahí dentro recorrí sus oscuros pasillos hasta escuchar una misteriosa conversación de voces humanas. Corrí hacia el origen del sonido deseoso de toparme con otros de mi especie pero llegué a una extraña recámara empolvada y repleta de papeles, donde un gigantesco monitor conectado a una máquina de las que mis padres me habían hablado (computadora era su nombre) seguía funcionando y transmitiendo una y otra vez un video muy antiguo. Hasta entonces había siempre pensado que aquellas máquinas mágicas que mencionaban mis padres eran un mito.

 

La lengua que hablaban aquellos seres cuya imagen se proyectaba por medios desconocidos para mí en esa pantalla, no era idéntica a la mía, pues tras muchos años había sufrido variantes, pero sin duda era ancestral al idioma que hablaban mis padres y que me fue enseñado. La escuché atentamente y pude descifrar con relativo esfuerzo lo que decían.

 

Lo que vi fue a un científico anciano y barbado hablando con una presentadora atractiva sobre la situación que se estaba dando en la Tierra cuando los Amos llegaron por primera vez.

 

Hasta donde sabemos –dijo el científico— viajan por medio de agujeros negros que han logrado dominar y crear artificialmente permitiéndoles un viaje interestelar seguro.

 

¿Agujeros negros?” pensé “¿Eran esos los abismos de entrada al infierno que mencionaban mis padres?”.

 

¿Por qué nos atacan? –preguntó la entrevistadora— ¿han intentado comunicarse con ellos?

 

Hasta donde hemos podido descubrir han conquistado miles de planetas en todo el universo. Eso lo sabemos por transmisiones que hemos interceptado de ellos donde hemos visto que tienen un vasto imperio intergaláctico. Por lo demás, no sabemos cómo comunicarnos con ellos pues no se comunican por medio de palabras. Desconocemos cómo funciona su lenguaje.

 

Hemos escuchado rumores terribles sobre estas criaturas como que desean esclavizarnos, comernos y torturarnos. Nos tratan como animales… ¿no saben que somos seres inteligentes?

 

A raíz de lo que hemos logrado descifrar de sus videos y la forma en que tratan a los humanos que han caído prisioneros, es que no nos consideran inteligentes o al menos no están seguros.

 

Pero ¿cómo es posible? ¡Hemos construido una civilización! ¡Ciudades enormes!

 

Las termitas y las hormigas construyen complejas estructuras donde viven millones de individuos en una muy eficiente y exitosa forma de organización. ¿Las consideramos seres inteligentes por ello?

Luego el video volvía a empezar.

 

Al girarme me sorprendió la presencia de una figura observándome desde las sombras. Poco después se acercó y pude ver que se trataba de una hermosa mujer joven, aunque ojerosa, pálida con el cabello despeinado. Vestía harapos, pero su esbelto cuerpo se adivinaba debajo.

 

Una vez que aquella joven descubrió que yo no era un peligro, me llevó hasta su refugio situado en un edificio repleto de viejos y apergaminados libros que ya nadie sabía cómo leer. Allí tenía una cama hecha de escombros y andrajos y algo de comida que había recolectado de los antiguos almacenes y animales que había cazado entre los escombros. Había mantenido en funcionamiento aquella computadora como si fuera un deber religioso. Me ofreció algo de su alimento. Aunque debo admitir que yo no deseaba solo la comida. Quería estar con ella, pero todos mis esfuerzos por convencerla fallaron. Siempre se negaba a mis acercamientos sexuales. Me tomó de la mano y me sacó de la biblioteca. Me llevó hasta un edificio con forma pentagonal donde con horror observé el cadáver casi momificado de uno de los Amos. La criatura estaba pegada a la pared y tenía ofrendas de alimentos y animales sacrificados a sus pies. La joven se lanzó al suelo haciéndole reverencias como si fuera un dios.

 

No supe que relación habían tenido. Quizás ella fue como una mascota. Por las leyendas que escuché, sabía que los humanos tuvieron animales de compañía que habían sido domesticados y podría ser que alguno de los monstruos probó haciendo lo mismo, o quizás aquel ser simplemente estaba muerto antes de que ella llegara y lo confundió con un dios, o tal vez veía a todos los Amos como dioses. Y ¿por qué rechazaba mis acercamientos sexuales? ¿Por culpa de esa criatura? El caso es que al observarla adorando a ese ser que yo tanto odiaba, que tanto dolor y sufrimiento me había causado a mí, a mis padres y a toda mi especie, al reverberar en mi cerebro los gritos de mis padre siendo desollados vivos… una ira febril se posesionó de mí. Ante mis ojos aquella mujer era una traidora, una servil esclava a los enemigos de mi raza.

 

Tomé una piedra y la golpeé. Una vez tirada sobre el piso continué aporreándole la cabeza una y otra vez hasta hundirle el cráneo y sacarle los sesos, y tras hacerlo, me arrepentí.

 

El cadáver lánguido de aquella joven yacía sobre el suelo a los pies de su dios o su dueño. Lancé lejos la piedra manchada de sangre y cerebro con pulso tembloroso y me alejé del cuerpo consumido por la ira. Yo era un monstruo también, después de todo.

 

Y, tras eso, solo me restó abocarme a leer los libros contenidos en el edificio que después supe era llamado Biblioteca, aunque me tomó mucho tiempo aprender a descifrarlos, estudiar aquel antiguo lenguaje aprendiéndolo de los libros infantiles hechos para enseñar a los niños a leer y ver los videos guardados en la computadora que probablemente había sido reparada por el Amo que la chica adoraba como una divinidad, pues no creo que ella hubiese tenido el conocimiento o destreza para hacerlo. ¿Qué había motivado a aquel alienígena a alejarse de los suyos? ¿A estar junto a una humana escondido en las tinieblas del subsuelo en una ciudad muerta? Supongo que nunca lo sabré.

 

Quizás soy el último humano libre. El último guardián de lo que resta del saber humano. Quizás sea, simplemente, un animal salvaje. Mi especie está condenada como lo estoy yo también, pues las fuentes de alimento ya casi se terminan y no sé como cazar. Aligeraré mi sufrimiento con una muerte rápida y legaré este escrito como un testamento, un testamento de una especie que ya era decadente antes de la llegada de unos seres que nos consideraron inferiores, y que nos vieron como fuente de alimento y diversión. Un triste e irónico final para la infortunada humanidad.


Daniel González Chaves nació el 3 de noviembre de 1982 en San José, Costa Rica y ha vivido toda su vida en el cantón de Tibás. Estudiante de psicología en la Universidad Nacional, fue regidor de la Municipalidad de Tibás en el período 2006-2010.

Publicó su primer libro, la novela de terror y ciencia ficción Un grito en las tinieblas; la vida de Zárate Arkham en el 2010 por medio de la Editorial UNED, ha publicado diversos cuentos de ciencia ficción en revistas como Sci-Fdi de la Universidad Complutense de Madrid y la revista argentina Axxón. Participante en la antología de cuentos de terror Penumbras de la Editorial Club de Libros con su cuento La niña que viajaba sola a la escuela, y en la antología de ciencia ficción de la UNED con el relato Sofía. En el 2013 publicó su segunda novela Lágrimas de guerrera de género épicocon la Editorial Clubdelibros.

 



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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – Septiembre 2014

"Ciudad de Jauja" por Luis Cermeño

10 Ago

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Revista Cosmocápsula número  10. Julio – Septiembre 2014. Cápsulas literarias.

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Ciudad de Jauja

Luis Cermeño


En su calidad de etnógrafo, Rigo devoró varias criaturas antropomórficas que tenían un ligero sabor al chigüiro de la vieja Tierra. Lo que más disfrutaba de estos seres eran los genitales, sobre todo cuando se encontraban en estado de excitación: sabía que cualquier ser con vertebras experimenta placer y dolor, y este acto de desgarrar con sus muelas los genitales erectos no solo se le antojaba atroz sino de una exquisitez incomparable.

Las criaturas se retorcían y gritaban pero, antes de perder toda fuerza, encajaban con sus manospezuñas la boca hasta el fondo de sus sexos para que, ante la presión, el devorador pudiera acomodarse y ejecutar el mordisco que les provocaría el desangre mortal. El rigor mortis de la criatura endurecía aún más el miembro que conservaba la actividad después de arrancado, lo mismo que las colas de la lagartija que siguen en movimiento fuera del cuerpo.

Era la ciudad de Jauja, en la que caníbales y presas habitaban en un estado de reciprocidad. Como horda de criaturas llegaban los futuros engullidos con cuchillos afilados, preparados para enterrárselos ellos mismos, cuanto antes, en los órganos, y así servir de platillos a otra horda de criaturas dispuestas a comerlas con deleite. Lo que más disfrutaban los nativos era el cocido de sesos. Rigo los veía a unos levantarse la tapa de la cabeza para prestarse a servirse de alimento a otras, en apariencia similares, que devorarían con cuchara sus cerebros hasta perder el conocimiento y así morir.

¿De dónde llegaban las presas y quiénes eran estos caníbales que permanecían en Jauja por un milenio, cuando se largaban aparentemente para no volver? La explicación de que las presas eran antiguos ciudadanos de Jauja que regresaban no era cierta, porque después de hablar con “la comida”, el etnógrafo corroboraba que era la primera vez que llegaban allí, deseosos por ser devorados. La analogía con el caso de la antropofagia, en algunas regiones de la antigua Tierra, no aplicaba porque éste promulgaba que una tribu comía a integrantes de otras tribus o la propia, en virtud de adquirir sus atributos (como fuerza o sabiduría). Aquí no se trataba de atributos porque nadie los tenía: eran como una gigantesca masa de carne yendo a la boca de otra gigantesca masa de carne con el único fin de ser tragada.

Los Jaujanos tenían a su favor casi cinco mil años años para vivir cómodamente y todos los recursos a la manopezuña en su comarca, pero debían partir después de procrear para dejar espacio a nuevos caníbales: esto ocurría a los mil años. También era un misterio el paradero de los ciudadanos cuando se iban. Quienes no procreaban permanecían todo el lapso de su vida en la ciudad, por eso se sabía el promedio de su vida.

La ley que parecía regir en Jauja era el viejo y casi olvidado principio de Eros y Thánatos, promulgado por el clásico filósofo terrenal Freud de Moravia, quien era tenido desde hace tiempo como un charlatán después de las críticas del cínico Onfray de Francia, pues todo en esta ciudad se debatía entre la vida de unos y el sacrificio de otros, mediados por el orgasmo.

Como etnógrafo, Rigo era un especialista de la sensualidad. La descripción de las civilizaciones con las que hacía simbiosis y toda clase de experiencias, en las que por lo general el sexo no se disociaba de la gastronomía. Era un xenólogo empirista y solo obedecía a la información que le suministraban sus sentidos afinados por un agudo hedonismo.

Al crepúsculo salió el investigador, que se fundía con su objeto (solo lo delataba una leve diferencia de estatura, era más alto que los nativos), con ansías de depredador sexual. Quería un buen trozo de esos genitales extremófilos para satisfacerse. Se le podría criticar que la elevada empatía con los nativos le apartaba de sus objetivos de estudio.

El académico se encontraba chupando el clítoris a una presa, que daba sobresaltos de agonía, cuando fue interceptado por el idiota de la ciudad. Rigo sabía que este era un tipo de cuidado porque el bobo no conocía, ni tenía porqué hacerlo, la razón de su presencia en Jauja. Al ver su estela estúpida dirigirse hacia él quiso esquivarlo, pero la velocidad de su flujo era mayor que la de cualquier hombre. El rayo imbécil se cristalizó en la figura antropomórfica de un defectuoso Jaujano y así acercó al investigador a su boca.

Ningún ciudadano acudió a Rigo, como antes en similares circunstancias, para apartarlo del apetito del idiota que lo había confundido con una presa. El tarado empezó a deglutirlo como una boa. El empirista sintió hasta la última etapa de la digestión de la criatura: la evacuación. Y, por algún proceso extraordinario de estos seres antropomórficos, la digestión no aniquiló al etnógrafo, solo lo transformó.

La metamorfosis de Rigo lo había hecho pasar de erudito a pedazo de mierda. Creía que no podía tener peor suerte. Era una porquería que conservaba su conciencia. Pero no fue sino con esta forma que pudo penetrar en el secreto de la civilización Jaujana, que había permanecido como un misterio para toda la ciencia socialestelar de ese entonces.

Él, convertido en cagada, era una de las razones por la que los Jaujanos habían erigido su ciudad. Con él, intercambiaban mercancía, hacían ofrendas e iniciaban guerras. Gracias a su forma escatológica, que le permitió el contacto con los pensadores de la ciudad, comprendió la evolución de los Jaujanos: provenían directamente de los animales que se conocían como cerdos, solo que en su planeta, a diferencia de la Tierra, no se habían atropellado por creencias religiosas y se les había permitido evolucionar y crear comunidades. Alguna lejana relación sexual con los humanoides de su planeta y algunos roedores, les había hecho mutar a su forma actual.

Con el transcurrir de los años Rigomierda se había hecho un pesado y sabio pedazo de excremento. Empezó a notar que ya no circulaba de igual forma en la ciudad, como cuando era una versátil masa de caca apreciada por su capacidad de fluctuación. De repente estaba en un cohete porque su taza de cambio tendía a la baja.

Mientras más se alejaba del planeta en que estaba la ciudad de Jauja, Rigomierda se sentía menos preciado. Todo su valor se desplomaba y , al mismo tiempo, se volvía más pesado. Llegó a planetas con colonias de Jaujas, pero aquí no se encontraba nada del esplendor de la civilización original. Extrañaba las grandes obras de la cultura a la que su forma daba acceso, los pensamientos que se permitían los ciudadanos mientras lo acariciaban.

En cada planeta sentía que su masa se endurecía. Cada civilización nueva abandonada por los Jaujas era más horrenda para su gusto. Como comunidades echadas a su propia suerte en medio de la desolación de una gran diarrea. Rigomierda sentía que a pesar de irse solidificando no tomaba forma, ni de humano ni de Jaujano, solo era un desecho de un idiota que lo había tragado y defecado sin haberle dado la gracia de la destrucción. En adelante, ese cretino era su Dios. A él le debía su nueva vida.

Rigomierda, expulsado de todos los planetas por su déficit astronómico, adquiría la forma de un cometa y vagabundeaba por el cosmos. En la excursión de miles de años luz por todo el Universo, se enteraba de la existencia de otros universos, unos mejores, otros peores, según le iban comentando los viajeros de dimensiones con los que contactó. Supo por ellos que las presas que llegaban a las bocas de los nativos Jauja eran seres de dimensiones paralelas que anhelaban vivir para siempre en la mierda de la eternidad.

Todo el Universo biológico era una mierda que se extendía hasta los últimos confines de la materia. Rigoastro pensó en uno de los fragmentos encontrados de un extraño hombre de la Tierra, conocido como Lem de Polonia, en el que exponía la tesis del Cosmovertedero: no era más. Esto llamado vida era un cagadero en circunvoluciones que a veces tomaba formas de conciencia y otras de bestialidad.

Por fin Rigoastro encontró un Agujero Blanco. Para pasar a través de él tuvo que devorarse para después vomitarse a sí mismo. Creó un Universo propio y se transformó en Rigodios. Supo que el Cosmos era un campo de excreción. Lo mismo que La Condena de Kafka, todos los elementos creados se trataban de un padre tratando de aplastar a su hijo con su propio aplastamiento. Cabezas inclinadas y humilladas, expulsadas de todo rincón del cielo, que aplastan su futuro porque este es su frustración.

Rigodios esperó hasta que nació la ciudad de Jauja, se precipitó hacia ella, y fue devorado, nuevamente, por un idiota.


Luis Cermeño nació en Saravena (Colombia) en 1981, es escritor de fantasía y ciencia-ficción. Fue becario en el programa de residencias para el desarrollo de proyectos avanzados en tecnologías en Escuelab, Lima. En esta residencia creó la Plataforma Experimental Futurista Con-textos Alternos y el primer Concurso Escolar de Cuento Yo Soy el Robot, Lima 2010.  Gestó independientemente el grupo de discusión Futugramma, realizado en Bogota en el 2012 y en Quito 2013.  Ha publicado los libros «Noches de Oriente» (Ed.Norma. Bogotá, 2009); .    «Álgebra Pyhare», Cermeño, Escovar (Felicita Cartonera. Asunción, 2010); «Tríptico de Verano y una mirla», Cermeño,Escovar, Marsella (Ed. EL Zahir. Bogotá, 2011 – Cinosargo Ediciones. Arica, Chile 2012). Participó en la Wiki Novela DESENCUENTROS. La vida en Clave Hipertextual, varios autores. (Formar Digitar):  Primer lugar, en el concurso Game Over con el cuento “Té Vespertino”, escrito junto a Felipe Escovar (publicado en Antología del videojuego Game Over. Cinosargo Ediciones, Chile 2012). Es co-editor del Portal: http://milinviernos.com/  Además es miembro del equipo de bloggers en español de Amazing Stories.



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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – Septiembre 2014

Editorial. ¡Son diez! por David Pérez Marulanda

10 Ago

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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – Septiembre 2014. Editorial.

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Editorial. ¡Son diez!

David Pérez Marulanda


Hemos alcanzado el décimo número de Cosmocápsula gracias a la colaboración constante de lectores, escritores, colaboradores y comité editorial. En lo personal, creo que este número es el que afianza nuestra continuidad, el que muestra que las energías nos alcanzarán para otros diez, para otros muchos números por venir, cada vez más fuertes, más constantes.

Quisiera contarles un poco los cambios que se han venido dando alrededor de la llegada de Cosmocápsula 10:

  • Con el apoyo de nuestros seguidores, hemos expandido nuestra presencia en la web y en las redes sociales.
  • Hemos logrado mantener una publicación ininterrumpida en los últimos números que, si bien han estado escasos de textos, han estado allí. Los números venideros tendrán una mayor riqueza de contenido, sumando la producción audiovisual de ciencia ficción que se genera en el país y en latinoamérica. También, por supuesto, tendremos un mayor número de cuentos por número tras unos ajustes en nuestras dinámicas editoriales, que están resultando ser muy positivas.
  • Estamos diversificando nuestro contenido. Ahora, además de las piezas literarias de la revista, publicamos frecuentemente información de interés para los amantes de la CF: cortometrajes, noticias, notas, entre otros. Asímismo en los próximos meses inauguraremos un podcast para que nuestros contenidos puedan accederse a través de otros medios.
  • El boletín de noticias, anunciado y puesto en la página principal, aún me da dolores de cabeza porque por más que intento se niega a responder (si alguien ha recibido uno de los varios envíos que he hecho, me avisan, porque yo no he recibido nada).

Estamos creciendo y no ha sido fácil. En el camino se presenta un vaivén de sentimientos respecto a este proyecto, a lo que estamos haciendo. Pienso en lo necesaria que es la financiación de esta revista y en lo injusto que es no poderle pagar a todo escritor al que le publicamos, pero al tiempo veo que las dinámicas de mercado se alejan cada vez más de la cultura, que la principal (y única) revista literaria de circulación nacional está ahogándose por la falta de recursos, que en mi ciudad la principal biblioteca pública de la región está por cerrar por falta de presupuesto porque la cultura vale un carajo y que la gente elegirá una y otra vez a quienes implementan esas políticas. No sé si lo que nos haga falta sea un nicho de mercado, o una trinchera cultural para lo que vendrá. Enfrentando la realidad iremos construyendo nuestros ideales.

David Pérez Marulanda


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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – Septiembre 2014

Ilustración de portada: "Avispa" por Le Yad

10 Ago

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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – septiembre 2014. Arte.

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Imagen de portada: Avispa

Le Yad


LE YAD (1981)

Editora de arte y diseño de Cosmocápsula. Licenciada en Diseño de la Comunicación Gráfica por la Universidad Autónoma Metropolitana, se ha especializado en el área de la Ilustración con cursos y talleres impartidos por la Academia de San Carlos, CONACULTA, Centro Cultural de España, entre otros.

Enfocada a la ilustración, la plástica y el Discurso visual. Su trabajo ha sido seleccionado en el 2009 por el Museo Mexicano del Diseño en el concurso de cartel “A la muerte con una sonrisa”, en el 2011 seleccionada en el Catalogo de Ilustraciones Infantiles y Juveniles de CONACULTA, mención en el 2012 en el XXIV Concurso de cartel “Invitemos a Leer” de CONACULTA, entre otros.

Además de coleccionar piedras de rio y dibujar día con día, ha participado en exposiciones individuales y colectivas, ha impartido talleres sobre la imagen plástica como transmisor de conceptos y ha fundado su propia marca de productos.

Actualmente es parte del proyecto de Asociación de Ilustradores en México y es directora y fundadora de “Taller de Sueños”, pequeño espacio dedicado a la lectura y ala ilustración.

Blog personal: http://simplemente-yad.blogspot.mx/

JUL-SEPT-2014

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Revista Cosmocápsula número 10. Julio – septiembre 2014

Revista Cosmocápsula número 10. Julio – Septiembre 2014

10 Ago

JUL-SEPT-2014 mediano

Fundadores: Antonio Mora Vélez, Dixon Acosta, Juan Diego Gómez Vélez, David Pérez Marulanda.

Comité editorial para este número: Dixon Acosta, Pablo Concha, David Pérez Marulanda.

Diseño, ilustración y diagramación: Le Yad, David Pérez Marulanda.

Nota importante: COSMOCÁPSULA no se responsabiliza de las opiniones emitidas en ésta publicación. Lo expresado en cada texto o imagen es responsabilidad única de su respectivo autor.
El logotipo de Cosmocápsula es de © David Pérez Marulanda.
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A menos que se indique de otra manera, los contenidos publicados en esta revista están bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Colombia. 2014


ÍNDICE

(El índice se irá actualizando hasta el mes de septiembre, según se publiquen nuevos contenidos)

Ilustración de portada: Avispa por Le Yad.

Editorial: ¡Son diez! por David Pérez Marulanda

Ciudad de Jauja por Luis Cermeño.

Los Amos por Daniel González.

Le Yad: Galería de Ilustraciones por Le Yad.

Bienvenido a Edx por Rocío Sala Espiell.

Poemas por Richard Montenegro. (Disponible a partir del 5 de septiembre)

(El índice se irá actualizando hasta el 30 de septiembre, según se publiquen nuevos contenidos)