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«Como los dioses», por Yonnier Torres Rodríguez

3 Feb

Revista Cosmocápsula número 16. Enero – Marzo 2016. Cuento de ciencia ficción.

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Como los dioses
Yonnier Torres Rodríguez

Son cerca de las diez de la mañana y aún hace frío. Es raro que en esta época del año haga frío, sobre todo cuando son cerca de las diez de la mañana.
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"Como los dioses", por Yonnier Torres Rodríguez

3 Feb

Revista Cosmocápsula número 16. Enero – Marzo 2016. Cuento de ciencia ficción.

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Como los dioses

Yonnier Torres Rodríguez


cuento de ciencia ficción: como los diosesSon cerca de las diez de la mañana y aún hace frío. Es raro que en esta época del año haga frío, sobre todo cuando son cerca de las diez de la mañana.

Bajo hasta la cafetería del hotel y me siento en una de las mejores mesas, o al menos la que yo considero, desde un punto de vista personal, como mejor mesa.

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Tríptico de mini cuentos, por Marié Rojas Tamayo

1 Feb

Revista Cosmocápsula número 16. Enero – Marzo 2016. Cuento de ciencia ficción.

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Tríptico de mini cuentos
Marié Rojas Tamayo

Ilustración: Génesis en Proa. Ray Respall Rojas
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EL VIAJE
Un salto, era todo lo que requería. No pensaba divulgar su descubrimiento, eran impensabl…
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Tríptico de mini cuentos, por Marié Rojas Tamayo

1 Feb

Revista Cosmocápsula número 16. Enero – Marzo 2016. Cuento de ciencia ficción.

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Tríptico de mini cuentos

Marié Rojas Tamayo


Ilustración: Génesis en Proa. Ray Respall Rojas

Ilustración: Génesis en Proa. Ray Respall Rojas

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EL VIAJE

Un salto, era todo lo que requería. No pensaba divulgar su descubrimiento, eran impensables las consecuencias de un mal uso. Quería probar(se) la falsedad de la paradoja del viaje en el tiempo. No importaba cuánto se alterara el pasado, el presente que conocía el viajero permanecería intacto. Él existía, rodeado de fotos, recuerdos que estarían esperándolo a su regreso. Para no trasladar un objeto anacrónico, eligió un sitio que actuaría como portal, donde tendría que volver a pararse a la hora designada para el regreso. Saltó a un año anterior a su concepción y, cuando fue a asesinar a su padre, fue abatido por un disparo de su abuelo. Mientras la sangre manaba incontenible, llevándose la posibilidad de regreso a un futuro donde la ciencia pudo haberlo salvado, supo a quién pertenecía aquel cráneo que servía de pisapapeles en la biblioteca, con la inscripción: “Fui lo que eres, serás lo que soy”.

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LA PÍLDORA

Había aceptado servir de cobaya para la prueba de un nuevo medicamento, potenciador de las conexiones cerebrales, solo tenía que llevarse las píldoras –en paquetes de diez- a casa y tomar una con el desayuno. Le dijeron que marcaría el paso decisivo del homo sapiens al homo superioris –y le dio lo mismo, con tal que cubrieran las deudas de su hipoteca con el pago, él era más bien el clásico homo fracasado-. Una semana después de iniciado el experimento, lo citaron para una reunión a la cual faltó porque llevó a su gato al veterinario. Al día siguiente vio en el noticiero que el hospital había sido víctima de un atentado, una explosión que borró hasta sus cimientos… Su cerebro actuó como un súper ordenador, capaz de enlazar en fracciones de segundo lo visto, olido, escuchado, probado… de crear nuevas conexiones, analizar probabilidades y generar soluciones, incluso de replicar la fórmula. Tomó a su gato y desapareció sin dejar rastros. Al cabo de doce meses, el mundo se sorprendió ante una explosión editorial: seis escritores que preferían permanecer alejados de la prensa y las cámaras habían acaparado con sus obras el mercado literario. No eran un grupo, sino una coincidencia, pues cada uno escribía en un idioma, estilo y género diferente. De haberse sumado sus dividendos, darían una de las fortunas más jugosas del planeta.

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DECEPCIÓN

De nuevo se había colado en la casa de enfrente. La invadieron los celos. No importaba qué intentara hacer para atraer su atención, había llenado el balcón de señales, dejado una luz encendida, las ventanas y la puerta abierta, ya no sabía qué probar… ¿Qué tendría aquella zorra que ella no poseyera? Miró alejarse la nave. Cada noche la otra era abducida mientras ella se limitaba a ser ese testigo en quien nadie cree y que prefiere callar. Y la muy imbécil de la vecina estaba tan atiborrada de somníferos que ni siquiera se enteraba.

 


Marié Rojas Tamayo. La Habana, 23 de mayo de 1963. Licenciada en Economía del Comercio Exterior. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Libros publicados: Tonos de Verde; Adoptando a Mini, Fundación Drac, Mallorca. De príncipes y princesas, El Far, Mallorca. Cinco minutos a solas con las musas; La luna cómplice; Viaje a los astros; Locuras temporales; Algoritmos y ciudades; Incerteza cuántica; El vuelo del pez; Inventiva Social, Argentina. En busca de una historia, Mundo Imaginario, Andrómeda, España. Villa Beatriz; El día que no salió el sol; Laurel y Orégano, Editora Abril. El mundo al revés, Gente Nueva. Algunos premios obtenidos en España: Mención de Honor Premio Lazarillo de Tormes, OEPLI, 2009. Premio Ana María Matute 2008. Novela Finalista de Ciencia Ficción Andrómeda 2008. XIX Concurso de Cuentos Antonio Segado del Olmo, Universidad de Mazarrón. Todos somos diferentes, Fundación de Derechos Civiles y Asamblea Juvenil. Historias de Vida, Ayuntamiento de Constantí. Ron y Miel, Ediciones Comala. Premios y menciones en Cuba, Venezuela, México, Argentina, Brasil, Costa Rica, Uruguay, Colombia. Publicada en más de 60 antologías. Dirigió la revista Dos islas, dos mares. Miembro de la Red Mundial de Escritores, REMES.


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Revista Cosmocápsula número 16. Enero – Marzo 2016

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«Renovatio» por Malena por Salazar Maciá

21 Sep

Revista Cosmocápsula número 14. Julio – Septiembre 2015 . Cápsulas literarias.

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Renovatio
Malena Salazar Maciá

Baby Guy Created, por yennMisakato en Deviantart.com.  Licencia Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0
El viejo Karlos buscó un bote de p…
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"Renovatio" por Malena por Salazar Maciá

21 Sep

Revista Cosmocápsula número 14. Julio – Septiembre 2015 . Cápsulas literarias.

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Renovatio

Malena Salazar Maciá


El viejo Karlos buscó un bote de pastillas en el botiquín del baño, sacó una píldora y la tragó. A los pocos segundos, notó que se le aliviaba el bestial dolor de cabeza. Leyó la etiqueta del frasco y sonrió. La compañía farmacéutica Juventus Pharmacy Co., tenía lo más avanzado en medicina. Con ellos también inició un novedoso tratamiento para el reuma, por el que pagó medio millón de verdes. Sus resultados fueron asombrosos. En tiempo récord dejó atrás los dolores de hueso, la ciática, los calambres, y pudo sostener una cuchara sin que resultase un infierno. Escuchó a Vanessa, su esposa, hablarle desde el otro lado de la puerta:

¡Amor! ¡Apresúrate! ¡Se te hace tarde para ir a la empresa!

Ya voy, Vanessa.

La molestia le arreció de forma repentina y Karlos pensó en no ir a trabajar, pero era el empresario más exitoso que habitaba Dubai, ¿iba a dejar su compañía en manos de los jovencitos inexpertos? ¡Ni muerto! Una de las claves de su éxito había sido no confiar en nadie más que en sí mismo, sobre todo en cuestiones de dirección. Así había logrado escalar a lo más alto, y a sus setenta y cinco años no había quien no se quitara el sombrero frente a él. Decidido a no dejarse vencer por un dolor tonto, se tomó una segunda píldora y se marchó a la empresa.

Ya en la limusina, se dedicó a pensar en Juventus Pharmacy y sus magníficas medicinas. ¡Este tratamiento para el reuma es maravilloso! —se dijo a sí mismo—; hoy Juventus se reúne conmigo, sí, financiaré ese proyecto… pero creo que Eveline se quedará sin…

Interrumpió la línea de pensamientos, no porque hubiese llegado a su destino, sino por otro detalle: Eveline había sido su esposa cinco años atrás. Y se había quedado con la mansión en Londres en el divorcio, la muy diabla. Karlos sintió que un sudor frío le cubría el cuerpo. No recordaba quién era su actual esposa, porque en su mente solo aparecía Eveline ¿O es que nunca existió alguien más? Turbado por la idea de padecer a ese maldito alemán que atosigaba a los viejos: Alzhéimer, y volviéndole el dolor de cabeza, se bajó del auto en cuanto le abrieron la puerta y casi corrió al interior del rascacielos de su compañía. Puso un pie adentro y lo alcanzó su consejero económico; un hombre con cara de hiena que usaba espejuelos, muy eficiente en su trabajo.

¡Bienvenido, señor Lorens! En su agenda del día, tiene una reunión a las diez en…

Karlos no podía dejar de pensar mientras el dolor arreciaba al punto de nublarle la vista. ¿Será culpa del tratamiento, de las pastillas? ¿Esos hijos de puta no me habrán dicho de los efectos secundarios? ¡Ah, viejo, eso sucede cuando te deslumbras con un catálogo bonito! ¡Los demandaré! ¡Una compañiucha que se inició en el siglo dieciocho no va a hacerme perder millones…!

Al mediodía, el representante de Juventus Pharmacy Co.

¡No! —rugió Karlos y el consejero dio tal salto, que los espejuelos le colgaron de una oreja—. ¡Cancela todo, todo! ¡Adelanta la reunión con Juventus, ahora, en este minuto…!

P-Pero señor…

El consejero no parecía ver lo mismo que Karlos, o lo que él creía ver a través de los cientos de puntos de luz que parpadeaba: sus manos estaban cubiertas de piel joven y no recordaba la casa donde Joana y él… ¿Joana? ¿Qué rayos le estaba sucediendo? De un manotazo tiró al suelo los papeles que traía el consejero y se precipitó a su elevador privado, mientras el otro le gritaba que era imposible cancelar la visita de la compañía a las doce. Karlos se metió en el cubículo y miró el teclado numérico como si fuese la primera vez. No recordaba el piso de su oficina. Vio un espacio para registro de huella dactilar y pegó el pulgar. Se escuchó el sonido del escaneo y una voz femenina se derramó sobre él:

Bienvenido, señor Lorens, será trasladado de inmediato a su despacho.

El ascensor se puso en marcha y Karlos vio en el reflejo distorsionado, que su cabello ya no era blanco sino castaño, y su nariz, antes torcida de arrugas, se había puesto aguileña y aguda, como en sus buenos cincuenta. ¡Alucinaciones! ¡Alucinaciones también! Cuando el ascensor se detuvo y se abrió en el último piso del rascacielos, abandonó el elevador como un bólido. La secretaria le dio los buenos días pero no le vio la cara, porque ya él se encerraba en su oficina.

Karlos miró el espacio sintiéndose igual que un pingüino en el Sahara. No recordaba el lugar. Absolutamente nada. Algo en su cabeza continuaba martilleando cada vez más fuerte, comenzaban a acalambrársele las piernas y apenas podía cerrar las manos. Casi ciego de dolor, se tambaleó hacia uno de los tantos espejos de la estancia. A duras penas pudo visualizar que un hombre de cuarenta años le devolvía la mirada. Recordaba haber alcanzado la cúspide, y que había ordenado la construcción de un rascacielos.

¡Qué… en todos los infiernos…! —balbuceó alejándose de la imagen que le causaba sorpresa y horror. Sus recuerdos se volvían más y más reducidos, sombras y luces de colores danzaban en su visión, pasaban veloces, lo mareaban, caminar le dolía como ir sobre clavos. Lo único que estaba fijo, era la maldita compañía farmacéutica, lo que le habían hecho, y las decenas de convenios pactados en algún momento—. ¡Les retiraré los créditos, romperé el contrato de concesión! ¡No más financiamiento para sus estúpidos proyectos…! ¡Dónde, dónde están los papeles…!

Karlos tiró todo al suelo, los papeles que estaban sobre el escritorio volaron por doquier. Leía y rasgaba, desquiciado. Debía deshacerse de todas las promesas de bienes que le hizo a Juventus, ¡pero no recordaba dónde los había puesto! ¡Ni siquiera reconocía el lugar! Se la habían jugado, ¡a él, el sagaz, el magnífico empresario, criado para ser exitoso desde pequeño! ¡A él, cuyos padres no hicieron más que inculcarle proactividad, liderazgo y P.N.L! ¡Karlos, el hombre programado para triunfar!

En medio de su histeria, tropezó con el bajo de sus pantalones y al caer de bruces, tumbó un espejo que se hizo pedazos. Gateó sollozante, sin comprender lo que le sucedía, y se miró en uno de los pedazos del espejo roto. De su garganta escapó un grito de espanto, sin creerse que el joven treintañero que lo observaba era él mismo. No sabía dónde estaba, qué hacía, o por qué parecía aquejado de una enfermedad terminal que le cocinaba las entrañas entre retorcijones. Aterrado, se arrastró como pudo al baño del despacho y pasó el seguro de la puerta. Se hizo un ovillo sobre las losas frías, cerró fuerte los ojos y deseó una y otra vez, que todo se tratase de una pesadilla o al menos, morir y que todo se acabase.

****

A las doce en punto, la puerta del despacho de Karlos se abrió. El representante de Juventus Pharmacy Co., un hombre delgado con traje color arena, hizo una mueca de hastío al ver el destrozo del lugar. Cerró la puerta y se acercó al escritorio con una llave dorada. Abrió uno de los cajones y extrajo un fajo de papeles, los cuales dejó a la vista, sobre la superficie. Cerró el mueble y después de asegurarse de que no había nadie, se acercó al baño. Usó otra llave y obtuvo acceso al cubículo. En el suelo, encontró un revoltijo de ropas de excelente factura. Sólo la camisa costaba doscientos dólares. Algo se movía bajo ellas. Alzó las telas y dio con un bebé hinchado, como si una mujer acabase de parir allí y lo hubiese abandonado.

El representante sacó una pastilla de un bolsillo y le echó una gota de agua. Sufrió una transformación maravillosa: la masa se expandió, se moldeó, adquirió un tono rosáceo, tomó forma y pronto, un doble exacto del viejo Karlos estaba tirado desnudo en el suelo. El representante recogió las ropas y lo vistió con esmero.

Al término, se agachó junto al bebé y con un aparente bolígrafo, le picó uno de los deditos hasta sacarle sangre. El infante comenzó a llorar, pero el hombre no le prestó atención. Estaba concentrado en las letras y símbolos que traslucían, parpadeantes, a través del bolígrafo. Se escuchó un pitido leve, y el representante se guardó el instrumento con expresión satisfecha. Como el niño continuaba su llanto, el hombre sacó una segunda píldora, esta vez gomosa y transparente, y la deslizó en los labios del bebé. Éste quedó con el llanto paralizado de golpe, respiró agitado un par de veces y quedó dormido.

El representante cargó al bebé, se presionó el lóbulo de la oreja derecha y esperó. La voz metálica carente de emoción sólo la escuchó él, como un susurro de otro mundo:

Bienvenido al Proyecto Renovatio. Iniciando. Accediendo a Base de Datos… En espera… Listo para recibir reporte.

El representante dijo:

Terminado segundo ciclo del sujeto de pruebas número quince. Nombre actual: Karlos Lorens. Duración: setenta y cinco años. Objetivos alcanzados: éxito empresarial, liderazgo, correcta aplicación de P.N.L. Resultados biológicos: regresión alcanzada sin dificultad. Regeneración de telómeros exitosa. Comentarios: no se produjeron mutaciones y no existen malformaciones visibles. El bebé presenta aptitudes para su reasignación. Iniciar recodificación de sujeto de pruebas número quince. Proceder.

Borrando nombre actual de sujeto de pruebas número quince: Karlos Lorens. Rol actual: empresario. Ambición alcanzada y terminada. Muerte: infarto masivo. Terminada actualización de borrado de identidad en servidores mundiales. Recodificando sujeto de pruebas número quince. Reasignando nombre: Harold Spinfield. Reasignando rol: abogado…

El representante no escuchó más y cortó la comunicación con la base. Llevaba doscientos veinte y seis años trabajando en la empresa, y estaba aburrido de escuchar reasignaciones de los renacidos. También esperaba que el sujeto quince dentro de setenta y cinco años más, no destrozara su oficina de nuevo durante la regresión. No podía perder tiempo arreglando nada, porque en Juventus Pharmacy Co., siempre había trabajo que hacer. El helicóptero lo esperaba en el techo para recoger al sujeto de pruebas número treinta y ocho.


Malena Salazar Maciá. (Cuba) Técnico Bachiller de Informática. Actualmente estudia en la Universidad de la Habana Licenciatura en Derecho en la modalidad a Distancia. Egresada del Taller de formación literaria Onelio Jorge Cardoso, La Habana, Cuba, 2008. Gran premio en la categoría cuento para adultos en los 4tos Juegos Florales, La Habana, Cuba, 2012. Mención en la categoría cuento para adultos en los 5tos Juegos Florales, La Habana, Cuba, 2013. Mención y premio de la popularidad en la categoría cuento fantástico en el concurso Mabuya, La Habana, Cuba, 2013. Mención en el concurso de Ciencia-Ficción, convocado por la revista Juventud Técnica, La Habana, Cuba, 2013. Mención en la categoría de cuento de ciencia ficción, en el concurso Mabuya, La Habana, Cuba, 2014. Publicación en el No.82 de la revista digital Mancuspia, México, 2014. Publicación en el No.140 Space Western de la revista digital MiNatura, España, 2015. Publicación en la revista digital Cosmocápsula, No. 12. Enero —Marzo, Colombia, 2015. Seleccionada para integrar el e-book «Varios visitantes inesperados», organizado por Cubaliteraria, y presentado en formato CD en la Feria Internacional del Libro, La Habana, Cuba, 2015. Mención en el concurso de novela corta HYDRA, en la categoría ciencia-ficción, 2015. Gran premio en la categoría cuento para adultos en los 6tos Juegos Florales, La Habana, Cuba, 2015. Gran premio en la categoría minicuento en los 6tos Juegos Florales, La Habana, Cuba, 2015


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Revista Cosmocápsula número 14. Julio – Septiembre 2015

Hispanoamérica en 30 cuentos de ciencia ficción

30 Mar

A continuación presentamos una muestra de cuentos de ciencia ficción escritos por autores hispanoamericanos. No se pretende abarcar a todos los autores, ni mucho menos, pero sí mostrar un pequeño panorama de cómo se desenvuelve la ciencia ficción en nuestro idioma a través de la publicación de l…
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Hispanoamérica en 30 cuentos de ciencia ficción

30 Mar

cuentos de ciencia ficción

A continuación presentamos una muestra de cuentos de ciencia ficción escritos por autores hispanoamericanos. No se pretende abarcar a todos los autores, ni mucho menos, pero sí mostrar un pequeño panorama de cómo se desenvuelve la ciencia ficción en nuestro idioma a través de la publicación de la Revista Cosmocápsula. Seguir leyendo