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Cuento de ciencia ficción: β Σ |2 5 € ґ |< (Berzerker)" por Luis Cermeño

3 Jun

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Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Cápsulas literarias.

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Cuento de ciencia ficción:

β Σ |2 5 € ґ |< (Berzerker) 

Luis Cermeño


Putos del mundo, solo hay una marca que no pueden romper, la marca interior

William Burroughs

Estoy colgado de esa nueva droga que me trajo frau Angleica, prácticamente no hago nada más que usarla desde el día que me echaron de la firma de protección de Derechos de Autor. En ese entonces me desempeñaba en la rama más agresiva de relaciones públicas digitales; conocida vulgarmente (y más acertadamente) como la oficina de trolleo, stalkeo intensivo y bullying especializado.

Desde que tengo conciencia, durante toda mi vida me he dedicado a hacer sentir como mierda a las demás personas con los que interactúo. Este especial talento para la grosería y la humillación al principio me volvieron un indeseado. Fui baneado por la mayoría de prensa mainstream del llamado “mundo libre”, un “mundo libre” en el que te bloquean y parten las piernas. Mis piernas son mis palabras y mi odio por el mundo la música con la que me expreso. Me expulsaron de foros, comunidades virtuales, redes sociales, chats, juegos on-line, de clubes (Penguin, entre otros) y mi cabeza fue puesta a la venta en los metaversos adultos.

Fue con mi nick β Σ |2 5 € ґ |< que contacté a r3y 4L4N, también conocido en el inframundo de las interwebz como “Bestia 666”, “Baphometh” o “el troll más perverso del mundo”. Respondió lacónicamente uno de mis primeros IRC, sin preguntar siquiera cómo había conseguido su dirección, con uno de sus mottos efectistas más fastidiosos : “privilegia el cómo sobre el qué, azuquitar.” Una vez que tuve su atención, empezó el bombardeo intensivo, los intentos de hackear cuentas, maniobras de phishing y otras sutiles tácticas de coqueteo entre él y yo.

Después de seis meses de desmoralización criptográfica por no descubrir al cabrón detrás de 4L4N, me tropecé con L1Na73CH, la diva hardcore de los ataques DDoS. Fue de lo más casual del mundo, ella estaba allí destrozando al primerizo CM del Banco de Colombia, botándole señales que ridiculizaran su cuenta y finalmente obligándole a perder sus dominios a los que ella interceptaba para celebrar una buena fiesta a sus expensas. En un IRC que me estalló sobre mis RIFTS me ordenaba atacarla para devolver el golpe. Jugamos unas buenas horas y al final me citó en un túnel privado. Allí estaba bajo la lluvia de odio, indignación y mala propaganda. Me tomó del guante de Realidad Aumentada y corrimos en la frecuencia marginal del dubstep.

L1Na73CH trabajaba para varias empresas pornográficas, no como actriz (bien podría haber sido la mujer que hiere el corazón de un primitivo) ni como contacto (era lo suficientemente cínica para contar con la habilidad social de mercadear sexo); ella era la encargada de mantener todo bajo control (su verdadero genio era la programación). Rastreos de esteganografías e infestación de malware en clientes viciosos; más que su empleo, su estilo de vida. Allí donde había una copia no autorizada, un intento de piratería, ella se encargaría de inyectar la suficiente cantidad de porquería informática que haría apestar hasta el aura sagrada de Multivac.

Quiso que me uniera a su equipo para una misión especial. Lo último en pornografía era Sirio, parte de la Serie de Fantástica Fricción Aumentada (FFA). El sexo animal volvía a ser tendencia. Allí estaban dos perros cogiendo. La gente se embadurnaba con un gel computacional y sentía los vellos del animal sobre ellos, la baba caliente y la absoluta libertad desatada del salvajismo. Lo mismo que el Kinect, el gel había sido hackeado y usado para otras perversiones. La industria pornográfica estaba resentida y buscaba al culpable. El sospechoso más obvio era mi ídolo, r3y 4L4N.

NiñadeCristal vino hacía mí en un sueño. Me abría una hermosa caja que sostenía entre sus manos. Volábamos por paisajes que nunca habíamos atravesado. Éramos dos seres hermosos perdidos en el Espacio, personajes de una leyenda no escrita. Admiramos el arte del olvido justo, de la amnesia del Tiempo.

Despierto lleno de miedo, estoy empapado de sudor y veo a frau Angleica al teléfono, como una modelo al atardecer de Edward Hooper, estos atardeceres enfermos, y la ciudad amarilla allá, toda desconectada, necesito mis dispositivos, el aparato, grito como si necesitara identificarme de nuevo. Los edificios que se derriten desde el cielo, el sol calentando, las cosas que no están y se escapan de mis guantes de Realidad Aumentada.

Frau Angleica se volvía un perro, me mostraba sus dientes lascivos y me ofrecía la última tendencia. El gel entonces se desparramaba por todo el piso y allí estaba yo, paralizado al interior de una ducha de sudor helado, mis ojos apenas pobres, sin mi RIFTS que me indicara las coordenadas. NiñadeCristal aparecía, era un ángel y de su dulce mano me levantaba, paseábamos por los jardines de absoluta luz, inmersos en una increíble paz, paz que nunca conocí en mi vida. Paraba de escribir y estaba absorto en una felicidad que no admitía explicaciones.

La operación contra 4L4N no duró más de dos meses. Cualquier cosa por más genial que sea tiene límites de resistencia. Si aquella cosa subestima el poder destructivo de sus admiradores tiene los días contados. Le indiqué una trampa para agarrar a un pretencioso periodista pago por una firma de antivirus; el periodista cayó, los antivirus no sirven para una mierda en la vida real, pero también, al tratar de sujetarse en algo para evitar la caída, se agarró del brazo del r3y y se lo llevó, tal y como habíamos calculado con L1Na73CH.

En La Jetée de Chris Marker el futuro es una visión del pasado. Conozco mi pasado y sé que ese será mi futuro. Trataba de hallar el misterio de r3y 4L4N para conocerme a mí mismo, a través de un ser exterior, que pudiera explicarme y dar razón de mi sin sentido, de mi infinita rabia. Libré miles de batallas verbales contra todos los seres más extravagantes pero nunca pude convencerme a mí mismo de mi poder. Un amigo de colegio que terminó estudiando teología me decía que cada mañana él se plantaba frente al espejo y se propinaba fuertes puñetazos para probar su resistencia. Algún día le dije que nos midiéramos a puños y tras mis dos primeros golpes terminó en el suelo, escupiendo sangre y llorando. Conozco esa sensación de derrota, no había sido vencido por mí, sino por sí mismo, por sus ideales y la imagen propia que él se había labrado.

Tenía de nuevo al estudiante de teología frente a mí en la persona del r3y 4L4N. Sabía perfectamente que en la cárcel en donde ahora se encontraba no guardaba ningún sentimiento de odio hacia mí. Que toda la dolorosa rabia la concentraba sobre sí mismo y que se estaría acabando los nudillos contra las paredes, tratando inútilmente de agotar toda su decepción.

Esa es mi peor cara; que soy un traidor enmascarado. Porque toda la traición la proyecto hacia la frustración de los demás al convencerlos de que soy mejor.

Cuando desapareció L1Na73CH del mapa, me contrataron los ejecutivos de una firma que protegía los intereses de las compañías que se lucraban a partir del Derecho de Autor. Mi única filosofía en la red es la de aceptar todos los retos que involucren aventura y adrenalina. Así fue al principio, cuando podía sentir la presencia fantasma de L1Na73CH en un saboteo contra piratas, desarticulando varios trackers privados y jodiendo los servidores Warez para Dc++.

Pero entonces todo se volvió aburrido. Constantemente era asaltado por esa impresión de estar pegando puños limpiamente a la cara de mis amigos; me sentía remordiendo la conciencia de 4L4N por las noches, cuando no podía contra lo que pensaba era su propia estupidez, que no era tal (no tenía modo de saber que estaba compitiendo contra todo un equipo que respetaba su talento y había unido fuerzas para derrumbarlo), y finalmente terminó por suicidarse.

El fantasma de L1Na73CH también terminó por esfumarse. Estaba peleando solo, del lado de los pervertidos del sistema, de aquellos que me censuraron en un principio cuando les molestaba sus periódicos. Me sentía en un nivel superior pero no era superior de aquel individuo que incapaz de entrar en una discusión destruye a su enemigo porque no puede contra sus argumentos. Fácilmente puedo decir que era el mayor troll de la historia pero también el mayor gilipollas: un verdugo al servicio de una corona putrefacta.

La firma de presión digital me ordenó un nuevo objetivo. Era un grupo de dieselpunks que estaban espameando las páginas de promoción de la nueva versión de Medalla de Honor. Era un truco barato. Entraban por l2p y a través de un programa fake enviaban información falsa a los servidores para desconcertarlos un rato, y en medio del pequeño caos, descargar cientos de copias para difundirlas entre los amigos y así entretenerse un par de días hasta que encontraran otro pasatiempo más divertido. El objetivo era pan comido, pero la finalidad era perversa: era destrozar a jodidos freaks como yo que no querían hacer más daño que ignorar una autoridad ridícula. Este discurso evidentemente me lo guardaba, y aunque en la firma bien podrían adivinar lo que pensaba al respecto, nunca se preocuparon por preguntármelo. Para ellos el derecho a obtener bienes era tan sagrado como el de cualquier misfit lo es el derecho a cagarse en lo sagrado.

Cuando tuve a los dieselpunks de la mano, acorralando a su líder, Herr Lou, me llegó la inusitada melodía del código de /- // Ğ |_ € ł ( @. Frau Angleica no solo tenía elegancia, personificaba la gracia. Sus insultos alcanzaron las zonas más frías de mi cretinismo. La manera déspota en que se cagaba miles de webs me atrajo con naturalidad; comprendí que la defensa a su líder solo era una excusa para derrochar la violencia que nacía de su propia piel. Nunca sentí un rasguño, estaba en zona privilegiada, mi libertad era total porque estaba del lado de la basura que imponía la censura. Pero el modo en que ellos se aferraban a su cuota de libertad, navegando por debajo, propinando disparos desde todos los flancos, la ingenuidad con que aferrados a sus puertos desde el Internet de las Cosas atacaban los poderes mayores a ellos, despertaron el romanticismo romántico que hace mucho tenía criogenizado en la papelera de reciclaje de mis extensiones virtuales.

Asqueado de mi falta de carácter, una marioneta de la arrogancia del sistema, decidí dejarlos filtrarse, cuando ya tenían las esperanzas desvanecidas y su líder estaba en el punto crítico del desprestigio absoluto de los hackers. /- // Ğ |_ € ł ( @ esputó algo contra mis clientes y yo me cagué de la risa. Abandoné el tablero y los dejé divertirse a expensa de la firma. Le mandé un IRC a Herr Lou: “Ustedes son bastante buenos, no vendan su culo”.

Después de la fría muerte y el registro de todo mi lenguaje, impuesto por la firma, no pude volver a la plataforma de protocolo universal. Me dediqué a divagar por la abulia de las atmósferas diseñadas para los wearables y crear paisajes de decepción con mi RIFTS.

Un pájaro apareció en el lejano horizonte del océano de Bogotá. Abría sus largas alas negras y chillaba como una bestia mitológica herida. El remordimiento la había traído hacía mí. Me invitó a una sesión de Yajé.kde. En ella le pregunté por su antiguo líder. No existía Herr Lou, tan solo era una simulación de ella. Admirado la felicité, solo un profesional puede diseñar tan bien una personalidad así de débil. Ella sonrió como una chica manga japonesa. Entonces me alcanzó la droga. Libertalia.

Alguna vez escuché que la Libertad es un desgarre. O sea que es una violencia, algo en rompimiento. Si la teoría de cuerdas tiene razón entonces la realidad está compuesta por branas. Traspasar una dimensión es divorciarse de otra. Cada vez que pasamos de una brana a otra pasamos de una cárcel a otra. ¿Estamos destinados a la pérdida de la libertad y la única libertad posible sería la de escoger la forma en que queremos perder nuestra libertad?

Como la libertad no existe en este universo, cada esfuerzo de creación autónoma es un intento de creación de otro universo. Cuando un hacker sabotea un sistema está creando otro sistema, porque está en búsqueda de sí mismo y de su propia libertad. Entonces la creatividad es posible mediante la búsqueda incesante de la libertad.

Por esta razón, lo que algunos místicos llaman Trascendencia es la capacidad de poder desgarrar la brana de la realidad Destructora para alcanzar una brana en la que lo real sea la Unión. Pero me temo que el asunto de la Libertad ya no se plantea en esta nueva dimensión y la ruptura con la anterior brana debe ser definitiva.

Son las 4 am y mientras fumo un cigarrillo desnudo, esperando a que vuelva frau Angleica, me conecto a NiñadeCristal, un ángel que alivia las heridas de guerra.


Luis Cermeño nació en Saravena (Colombia) en 1981, es escritor de fantasía y ciencia-ficción. Fue becario en el programa de residencias para el desarrollo de proyectos avanzados en tecnologías en Escuelab, Lima. En esta residencia creó la Plataforma Experimental Futurista Con-textos Alternos y el primer Concurso Escolar de Cuento Yo Soy el Robot, Lima 2010.  Gestó independientemente el grupo de discusión Futugramma, realizado en Bogota en el 2012 y en Quito 2013.  Ha publicado los libros “Noches de Oriente” (Ed.Norma. Bogotá, 2009); .    “Álgebra Pyhare”, Cermeño, Escovar (Felicita Cartonera. Asunción, 2010); “Tríptico de Verano y una mirla”, Cermeño,Escovar, Marsella (Ed. EL Zahir. Bogotá, 2011 – Cinosargo Ediciones. Arica, Chile 2012). Participó en la Wiki Novela DESENCUENTROS. La vida en Clave Hipertextual, varios autores. (Formar Digitar):  Primer lugar, en el concurso Game Over con el cuento “Té Vespertino”, escrito junto a Felipe Escovar (publicado en Antología del videojuego Game Over. Cinosargo Ediciones, Chile 2012). Es co-editor del Portal: http://milinviernos.com/  Además es miembro del equipo de bloggers en español de Amazing Stories.


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Cuento de ciencia ficción. Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015

Cuento de ciencia ficción: "Viaje a un millón de crepúsculos" por Mauricio del Castillo

1 Jun

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Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Cápsulas literarias.

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Cuento de ciencia ficción:

Viaje a un millón de crepúsculos

Mauricio del Castillo


space_cat_by_binary_ink-d8li5er.png Cuento de ciencia ficción: "Viaje a un millón de crepúsculos" por Mauricio del Castillo

Marcio Belfax acarició el peludo lomo de su compañero felino. En contadas ocasiones Virlo salía de su sueño criogénico para hacerle compañía. El calor de la cabina y el olor a leche sintética lo confortaban. El astronauta paseó la mirada por los cuadrantes del tablero con una expresión inmutable y dijo:

Sin novedad en el frente. Y no hay forma de que eso cambie. Ahora me explico por qué no hubo planes para más exploraciones.

Virlo hundió su cabeza en los brazos de su dueño y se lamió una pata.

Marcio sentía las consecuencias del espacio a su alrededor y se captó a sí mismo conectado a un tablero de ajedrez inmenso, sin ninguna pieza en él, lleno de total vacío. En ese vacío podía absorber aún el lamento seco y doloroso de la humanidad, una terrible angustia a la que se enfrentaba cada vez que aparecía el más leve recuerdo del planeta Tierra. Marcio averiguó lo que había ocurrido con la Tierra, pero no alcanzó a decirlo en voz alta, ni siquiera en presencia de Virlo. Las señales fueron débilmente recogidas a través de la conflagración y esterilidad de su planeta; marcaban el horror, la pérdida, el lamento. Después de eso sólo pudo escucharse la estática. Pero la seguridad del espacio exterior, la unidad precisa de los planetas y estrellas conocidas, era un bálsamo para sus cansados sentidos. Sentía asombro, curiosidad, un poco de temor y, sobre todo, el anhelo de conocer la sombra que había ante él. Las galaxias se transportaron como nubes, con movimientos ajustados en plena sincronía. Experimentó un punto de vista del cosmos que lo rodeaba. Había conocido el corazón del universo, donde todos los vértices encuentran su cruce. En la Tierra existieron guerras, disputas, conspiraciones, asesinatos, hambre, codicia, toda una baraja de ignominias. Aquí, en el denominado espacio sideral, no existían ni el factor tiempo ni el factor lugar. Marcio pensaba que no había ningún misterio, ninguna maravilla, ninguna duda, porque la simplicidad del universo había sido ofrecida a sus propios ojos. ¿No hay más opciones? ¿Hasta aquí llega la humanidad? El universo se adelantaba y llevaba consigo todos y cada uno de sus hermosos fragmentos.

Los viajes tripulados fueron cualquier cosa menos un modelo de emplazamiento y posterior colonización. No fue un plan establecido, sino el intento desesperado por hallar una zona acorde a los sistemas de sobrevivencia del ser humano. Marcio tenía la esperanza de que así fuera, pero su mala salud comenzaba a deteriorarlo. Respiraba cansada y entrecortadamente. Se agitó en el asiento con inquietud. Su pecho comenzaba a dolerle, esta vez con más intensidad. Quiso llevar a Virlo a su propia cápsula criogénica, pero pensó que ya era muy tarde. Sintió de pronto el suave sonido de unos pasos. Giró el asiento con dificultad. Una figura emergió de las tinieblas, de rostro pálido y anguloso. Sus gafas polarizadas reflejaban destellos de luz. Portaba en las manos una libreta voluminosa de tapas negras. El sombrero sobre su cabeza se ladeaba un poco hacia la derecha. Su traje negro precisaba un buen planchado y el nudo de la corbata aparentaba un fino arreglo. Marcio sabía de quién se trataba. Al verlo ocurriría lo inevitable. Sintió que su último instante de vida se estiraba hasta el punto del colapso. Percibió cierta calidez que nunca más pensó encontrar y reconoció el origen de dicha sensación. El hombre del traje negro se mantuvo en la oscuridad.

¿Eres tú? —preguntó el astronauta.

Soy yo —respondió el hombre—. Estoy aquí para llevarte.

Entonces es el fin. Nunca pensé que pudieras darme alcance, aún en las estrellas.

No hay impedimento para mi trabajo —dijo el visitante—. Conozco más acerca de las estrellas de lo que tú crees.

El viejo Marcio asintió. Llamó a Virlo. Su amigo saltó a sus brazos con un fuerte impulso y de nuevo recibió caricias bajo la mirada atenta del visitante.

Debo llevarlo a su cápsula —dijo Marcio—, pero me temo que no puedo moverme. ¿Podrías hacerlo por mí? ¿Por favor?

El hombre se sorprendió; nunca antes se habían dirigido a él de ese modo. Marcio parecía como si acabara de levantarse de entre los muertos: sangre fluyendo en su cuerpo, la boca completamente abierta, una débil mano levantada contra la gravedad.

Después iré contigo —dijo con un hilo de su voz.

El hombre salió a la luz y tomó a Virlo.

Tengo que llevarte —replicó, a la vez que echaba una mirada a su reloj de bolsillo.

Marcio suplicó:

Lo sé, lo sé. Sólo te pido este último favor, como el único hombre todavía con vida.

El visitante de negro, bajo las instrucciones de Marcio, depositó al felino en la cápsula y la accionó hasta el momento más alejado en el tiempo. Sin embargo, el hombre de traje negro sabía que esto resultaría inútil.

Después de mí no habrá nadie más —dijo Marcio—. Cuando uno sabe que una etapa importante termina, de alguna forma tarda en despedirse, en hacer su trabajo lo mejor posible y disfrutar sus últimos momentos.

El hombre sacudió la cabeza y sintió la aceptación de Marcio. Se despojó de su sombrero y paseó la mirada por toda la cabina hasta toparse de frente con todo el descomunal vacío.

Ahí —señaló Marcio con su mano enguantada—, justo ahí se encuentran mares de pensamiento, abstracciones fantásticas que escapan a nuestra imaginación y sentido común. Es una pena que se pierdan y no puedan ser presenciadas por nadie más.

¿Piensas eso? —preguntó el visitante—. ¿Acaso crees que tú perteneces a una raza solitaria? No vengo sólo por ti, Marcio, vengo por todo el universo.

Pero tú te encuentras aquí. Y me estás hablando.

Soy una metáfora creada por tu mente, para que entiendas tu propio fin.

Pero, ¿por qué? Yo sé que estoy muriendo… y mi tiempo…

Es también el tiempo del universo. Has atravesado galaxias enteras, Marcio, has visto pasar lapsos enormes de tiempo sin que te dieras cuenta.

Pero las estrellas siguen fijas. La galaxia es la misma.

Se trata de un efecto tardío. Tus ojos no se han podido acostumbrar al estiramiento vertiginoso de la nave. Al pasar el tiempo en el exterior cada vez más deprisa, la nave ha llegado al envejecimiento del universo, y pronto serás testigo de su muerte. Se enfriará y se contraerá en cualquier instante.

Marcio lo sabía. Las leyes de la física se habían mostrado irónicas al respecto y amargas también. Estaba a punto de asistir al fin del universo. Observó a Virlo en la cápsula criogénica y se despidió de él en silencio. Pequeñas porciones de materia golpeaban la nave aquí y allá. La imagen de todo el circuito astral se transformó. Chispas de vida e inteligencia se extinguían. Por años el hombre había sido víctima de las falsas percepciones de esas cualidades que denominaba eternidad e infinito. Ahora todo se convulsionaba en un río de entropía.

El hombre de negro abrió su libreta, anotó el nombre completo de Marcio Belfax y la cerró con fuerza. En seguida advirtió que estaba ocurriendo algo curioso en las pantallas automáticas:

La nave de Marcio no detuvo su recorrido y liberó la energía acumulada desde principios del tiempo.

FIN

 


Mauricio del Castillo (Ciudad de México, 1979). Es licenciado en la carrera de comunicación por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pasa su tiempo libre dedicado a la lectura y a la imaginación. Entre sus escritores favoritos están H. G. Wells, Stanley G. Weinbaum y Robert A. Heinlein. Ha colaborado para las páginas NGC 3660, Sitio de Ciencia Ficción, Otro Cielo, Revista Axxón, BEM on Line, Sci-Fdi, Revista NM y Alfa Eridiani. En 2012 publicó su primera colección de relatos La variable multimillonaria y otros relatos, publicados bajo el sello de Ediciones Endora.

 


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Cuento de ciencia ficción. Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015

Entrevista a Javier Olivares, creador de “EL Ministerio Del Tiempo”

28 May

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Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Entrevistas.

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Entrevista a Javier Olivares, creador de “EL Ministerio Del Tiempo”

Dixon Acosta Medellín


ministerio del tiempo

En exclusiva para los lectores de Cosmocápsula, hoy presentamos esta entrevista con Javier Olivares, quien es guionista de varias de las series de televisión más importantes de los últimos años emitidas en España, como por ejemplo la basada en la vida de la Reina Isabel, la Católica, que arrasó en sintonía en su país de origen y actualmente se retransmite en muchos otros lugares del planeta. Seguir leyendo

Cuentos de ciencia ficción: Nanocuentos, por Ricardo Cabezas

11 May

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Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Cápsulas literarias.

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Cuentos de ciencia ficción:

Nanocuentos

Ricardo Cabezas


Matrioska

Abrieron la cabeza del tirano. En su interior, los gusanos se afanaban moviendo palancas y circuitos. Seguir leyendo

Cuento de ciencia ficción: "No se aceptan devoluciones" por Víctor Roberto Carrancá

6 May

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Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Cápsulas literarias.

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Cuento de ciencia ficción:

No se aceptan devoluciones

Víctor Roberto Carrancá


Alguien debía construir un Papa.

Se pensó, así, que debía tomarse como ejemplo lo que aconteció en un pequeño distrito de la Subconfederación Latinoamericana, en donde un grupo de sectarios fabricó una Virgen de Guadalupe (hoy símbolo de religiosidad en más de doce distritos), misma que puede visitarse en una pequeño domo construido para protegerla de las inclemencias ambientales, tan comunes en la región.

La solución, entonces, pareció evidente. Alguien debía construir un Papa. Seguir leyendo

Cuento de ciencia ficción: "Hoatzin" por Rodrigo Torres Quezada

29 Abr

Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Cápsulas literarias.

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Cuento de ciencia ficción:

Hoatzin

Rodrigo Torres Quezada


El hielo se apoderaba de sus extremidades ya muy débiles. Aun así, debía cargar ese cajón pues los ojos del emperador del mundo, o más bien, de lo que quedaba del mundo, estaban puestos sobre él. El cajón ora se deslizaba rápidamente por las formaciones glaciares ora se adhería y se quedaba estancado entre peligrosas estalactitas y criaturas congeladas de hacía décadas. Estas permanecían ahí como espectáculo público para el arriesgado observador que osase interrumpir el terrible silencio de vida en aquellos lugares. Su fuerza estaba menguando. Se tiró al suelo. Pasaron minutos pero en su mente parecieron años y escuchó una voz suave como el tibio rayo de sol, dulce como el fruto de un árbol.

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Cuento de ciencia ficción: "Así lo escuché en la radio" por Iván Medina Castro

27 Abr

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Cuento de ciencia ficción:

Así lo escuché en la radio

Iván Medina Castro


 

A H.G. Wells

Llegará un día en que un hombre te hablará

a miles de kilómetros de distancia, y tú

tranquilamente le podrás escuchar donde

estés, mas no le podrás ver por estar tan lejos.

Quinta profecía maya

La emoción de saberse poseedores de un aparato, capaz de emitir toda clase de expresiones humanas provenientes de ondas electromagnéticas imperceptibles para el ojo humano, tenía al pueblo entero completamente en vilo, contrariando hasta las prédicas inquisitorias del obispo ante la llegada inminente del primer radio a San Juan de los Patos. Incluso, tanta fue la conmoción producida por el arribo de la caja receptora en el ayuntamiento un Sábado de Gloria, que las oxidadas y singulares esquilas del campanario repiquetearon por vez primera después de décadas de mutismo. La concurrencia, aglomerada en los grandes ventanales del edificio gubernamental, decidió festejar el rompimiento de la monotonía prometida por esa maravillosa adquisición. Encendieron cuetones e improvisaron una comilona semejante a la organizada en la boda del presidente municipal con la niña Eduviges. Después del jolgorio, los moradores expectantes siguieron con asombro la nítida e intensa voz del locutor, provocando en algunos escépticos parroquianos la creencia de que alguna persona estaría dentro del arca, obligando a muchos de ellos a asomarse alrededor del artefacto para encontrar la pieza que los desmintiera, y los santurrones, asustados, juraron la procedencia de aquellos clamores como parte de una invocación a los santos difuntos. Seguir leyendo

Cuento de ciencia ficción: "Casting patriótico" por Carlos Suchowolski

22 Abr

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Cuento de ciencia ficción. Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Cápsulas literarias.

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Cuento de ciencia ficción:

Casting patriótico*

Carlos Suchowolski


Temía y deseaba enloquecer a un tiempo. Ante mí desfilaban fragmentos de una pesadilla que se había hecho real y que se correspondían con lo que había observado desde el cuarto en el que me encerré durante los últimos dos días, durante los que no pude pegar ojo. Las escenas increíbles se reiteraban a derecha e izquierda, mientras el coche sobre el que iba firmemente atado así como los del resto de la caravana, esquivaban todo lo que se encontraba a su paso o lo golpeaban sin poderlo evitar, en una desenfrenada carrera a través de la ciudad. Eso, los gritos y los golpes; una batahola infernal, pero ni un solo disparo… Seguir leyendo

Cuento de ciencia ficción: "El último" por Gladys Horodeski

20 Abr

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Cuento de ciencia ficción – Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Cápsulas literarias

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Cuento de ciencia ficción:

El último

Gladys Horodeski


El hombre camina por una de las calles de Buenos Aires. La ciudad está cubierta de hollín. Se encuentra inmerso en una atmósfera cargada y fétida. Una oscura y espesa niebla no le permite ver más allá. Esquiva los coches amontonados por todas partes, mira los sucios vidrios de las tiendas de la ciudad con roídos papeles que rezan: “Cerrado por quiebra”. Los edificios están en ruinas y el sol, atravesando su pecho con sus sables de oro, afecta aún más su cara ya ampollada por las quemaduras. Seguir leyendo

"La canción" por Miguel Huertas

20 Abr

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Revista Cosmocápsula número 13. Abril – Junio 2015 . Cápsulas literarias.

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La canción

Miguel Huertas


No busco el perdón. Estoy más allá de él. Quizá también más allá de la comprensión.

Simplemente, me gustaría que dentro de mucho tiempo, alguien lea estas páginas y comprenda porqué hice lo que hice. Debo escribirlo ahora, antes de que mi cordura termine de erosionarse del todo por la magnitud y el horror que tengo que presenciar… y realizar.

Sé que no sabéis lo que hay bajo vuestro suelo, y que es cómodo vivir en esa burbuja de desconocimiento. El problema de la ignorancia es su fragilidad. El horror, sin embargo, es patrimonio de la verdad. Seguir leyendo