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«La tierra prometida» por Alfredo Moreno Vozmediano

2 May

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Revista Cosmocápsula número 16. Enero – Marzo 2016. Cuento de ciencia ficción.

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La tierra prometida
Alfredo Moreno Vozmediano

Bernt miró al cielo. El resplandor de la Estrella estaba oculto tras la capa de nubes y humo, pero se adivinaba detrás del manto gris. Habí…
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"La tierra prometida" por Alfredo Moreno Vozmediano

2 May

Revista Cosmocápsula número 16. Enero – Marzo 2016. Cuento de ciencia ficción.

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La tierra prometida

Alfredo Moreno Vozmediano


14 La tierra prometidaBernt miró al cielo. El resplandor de la Estrella estaba oculto tras la capa de nubes y humo, pero se adivinaba detrás del manto gris. Había sido así desde que tenía memoria.

A los demás habitantes de las cuevas no les gustaba salir al exterior. Hacía frío y la claridad que reverberaba entre las nubes dañaba los ojos. Pero Bernt era distinto. Nació con la piel oscura y los ojos marrones, y con una querencia irresistible por los espacios exteriores. En los días más claros, cuando la luz gris se volvía casi blanca y palpitaba en los oídos, era fácil encontrarlo mirando fijamente al cielo, como hipnotizado por aquel resplandor insano. Su padre lo observaba entonces desde la entrada de la cueva y recordaba el día en que Eira, la madre de Bernt, se había marchado para no regresar jamás.

¿Por qué se marchó Madre? —preguntó un día Bernt a bocajarro, muy serio, cuando apenas tenía cinco años.

Quería buscar algo.

¿El qué?

El padre dudó antes de responder, pero luego pensó que el chico merecía conocer la verdad.

La tierra prometida. Un lugar donde brilla la luz de la Estrella y los campos son verdes en lugar de grises y hay comida y agua en abundancia.

¿Y ese lugar existe, Padre?

Algunos dicen que sí, otros que solo es una leyenda.

¿Y tú qué piensas?

Dudó de nuevo antes de responder:

Que no hay gran diferencia. Si ese lugar existe, está tan lejos que nadie podrá alcanzarlo jamás. Es como si no existiera.

Bernt no dijo nada, pero por su cabeza cruzó un pensamiento descabellado, impropio de un niño de cinco años. Pensó que la palabra nadie era demasiado pequeña y que la palabra jamás era demasiado grande, y que por lo tanto había dos exageraciones en lo que había dicho su padre. Aquel día resolvió, sin saberlo, que algún día partiría a buscar la tierra prometida.

En los años siguientes preguntó a todo el que quiso atenderle acerca de la Estrella y de la tierra más allá de las nubes. Preguntó a los sabios, a los ancianos, a los niños, a los cuidadores de bestias y a las bestias mismas. Todos le decían lo mismo: nadie, jamás.

Y así creció: imaginándose a sí mismo partiendo durante la noche para no tener que despedirse de nadie.

Bernt sonrió al recordarlo. Estaba agazapado bajo una roca donde intentaba protegerse del frío. Había resultado imposible encender el fuego. El viento soplaba huracanado y levantaba espirales de polvo de nieve que volaban enloquecidas en todas direcciones. Su nariz y sus orejas estaban amoratadas. No sentía las manos ni los pies. La noche iba a ser larga y fría. Desde que partió de las cuevas, hacía diez días, el tiempo no había dejado de empeorar.

El viaje no estaba resultando la aventura trepidante que tantas veces había imaginado. Bernt tenía la edad suficiente como para saber que la realidad raramente está a la altura de las expectativas. Pero morir allí, de aquella forma miserable, convertido en un bloque de hielo en mitad del páramo, sin ninguna posibilidad de alcanzar no ya la tierra prometida, sino ni si quiera la visión de algo diferente de la meseta blanca estremecida por la nieve y el viento helado, le parecía una burla de los dioses.

Con la inconsciencia de sus dieciséis años, resolvió que caminaría toda la noche, y todas las noches siguientes si era preciso. Sabía que si se quedaba dormido no se despertaría nunca. Su única posibilidad era mantenerse en movimiento. Así que prosiguió su viaje, agotado y entumecido, sin más gloria que vencer la batalla que suponía dar un paso tras otro en medio de la ventisca con las piernas y los pies congelados. Dormiría durante el día, cuando la temperatura no fuera tan extrema, agazapado como una bestia tras una roca o unos matorrales marchitos donde el viento no pudiera encontrarlo de frente, y caminaría por las noches, siempre en la dirección en la que brillaba la Estrella entre las nubes de ceniza.

No vivió las grandes aventuras ni superó los innumerables peligros que había imaginado en las tranquilas noches de su niñez cuando soñaba despierto con emprender el camino. El tercer o cuarto día de su viaje supo, con la certeza de la lucidez, que los dioses no necesitaban proteger su secreto con temibles guardianes mitológicos, puesto que aquel desierto inacabable de hielo y frío era suficiente para mantener a los hombres de las cuevas lejos por toda la eternidad. Pero él no había llegado hasta allí para abandonar ahora. Y así continuaba un poco más, solo un poco más cada vez.

Había perdido la cuenta de los días cuando algo rompió la monotonía blanca de la llanura. Algo que se movía. Bernt pensó que se trataba de una alucinación, pero no lo era. Había algo allá al fondo, moviéndose entre los jirones de nieve, una sombra que se desplazaba, una figura vagamente humana envuelta en abrigos o mantas. Y se acercaba, se acercaba hacia él.

Pensó en esconderse en algún lugar, pero allí no había escondrijo posible, solo una llanura sin fin devastada por el aliento gélido de los dioses. Y, por otro lado, ¿esconderse para qué? ¿No había partido de las cuevas para encontrar algo? Aquella figura era lo primero que veía además de la nieve y el hielo.

Si él había visto a la figura, pensó Bernt, por fuerza la figura lo había tenido que ver a él. Sintió que su corazón se aceleraba. Hurgó apresurado en su morral buscando algo con lo que defenderse y solo encontró el pequeño cazo que usaba para calentar la comida. Lo volvió a dejar donde estaba y apretó los puños. Si la situación se complicaba, sabría usarlos con contundencia.

La sombra se aproximó lo suficiente como para que Bernt pudiera empezar a distinguirla. Lo primero que percibió fue que caminaba de un modo extraño, como si se deslizase sobre la nieve, sin el balanceo característico de una persona que camina. Pero no fue hasta que estuvo mucho más cerca que vio el brillo extraño bajo la capa y el resplandor rojizo a la altura de los ojos. Dio un paso atrás instintivamente. La sombra seguía acercándose, y ahora Bernt se daba cuenta de que lo hacía a más velocidad de lo que debería, de que algo estaba mal en la forma en la que aquello se movía hacia él. Ningún ser humano podría desplazarse tan deprisa y de un modo tan uniforme por aquella llanura helada. Cuando fue consciente de ello ya era tarde para hacer ninguna otra cosa. La sombra estaba muy cerca. Era muy alta, más alta que un hombre corpulento. Se le echaba encima deprisa, demasiado deprisa, como si no lo hubiera visto, como si no hubiera calculado bien el momento en el que tenía que frenar. Bernt cerró los ojos y se preparó para el impacto.

Pero el impacto no llegó. Cuando Bernt abrió los ojos, la criatura estaba inmóvil a menos de un metro de él, erguida como un gigante de piedra. Tragó saliva y se fijó en ella. Ahora podía ver los detalles con mucha claridad. Su cuerpo estaba cubierto de placas de metal oscuro y brillante, perlado con gotas de nieve derretida. Tenía forma humanoide, pero sin duda no era un ser humano, o al menos hacía mucho tiempo que había dejado de serlo. Distinguió el tronco, los brazos, la cabeza sobre los hombros, las facciones cinceladas sobre el metal en el lugar donde debería haber estado el rostro, pero ahí acababan las similitudes. Dos ascuas rojas ardían donde deberían estar los ojos, pinzas articuladas ocupaban el lugar de las manos y un largo manto metálico cubría el lugar donde deberían haber estado las piernas. No tenía pies, sino que bajo el manto asomaba un resplandor blanquecino que sostenía a la criatura flotando unos centímetros por encima de la nieve.

Antes de que Bernt pudiera asimilar lo que estaba viendo, la criatura metálica extendió uno de sus brazos terminados en pinzas y una voz artificial dijo:

Acompáñame.

Un escalofrío recorrió la espalda de Bernt y se dio cuenta de que llevaba un rato sin respirar. Cuando volvió a hacerlo sintió ganas de vomitar. Había algo monstruoso en aquel ser, en aquella pinza tendida hacia él, pero sobre todo en su voz, que había sonado rotunda y sin inflexiones, como la voz que uno imagina que debieron tener alguna vez las criaturas todopoderosas que crearon el mundo.

Acompáñame —volvió a decir la voz.

Bernt sentía que tenía que gritar, y probablemente correr y no detenerse hasta el fin del mundo, pero un terror ancestral le impedía moverse.

La criatura no lo repitió por tercera vez. Hizo un gesto inaprensible con el brazo derecho, y, de pronto, donde habían estado los dedos con forma de pinza apareció un pequeño tubo lleno de un líquido amarillento. En el extremo del tubo había un filamento metálico muy delgado, casi invisible. La parte más racional de la mente de Bernt, que pugnaba por sobreponerse y retomar el control, se preguntó qué diablos sería aquello cuando la criatura movió el brazo a la velocidad del pensamiento y clavó el filamento en el cuello de Bernt. Fue tan rápido que no le dolió. Una décima de segundo más tarde, el líquido amarillento ya no estaba en el tubo sino en el interior de su torrente sanguíneo, y la criatura había retirado el brazo. Bernt ni siquiera tuvo tiempo de llevarse la mano al cuello. Su vista se nubló, sus piernas flaquearon y se derrumbó sobre el hielo.

Despertó en un lugar desconocido. No estaba en el exterior, de eso estaba seguro, pero tampoco era una cueva. O, por lo menos, no era una cueva como las que él conocía. Se incorporó. Estaba acostado en un lecho flotante. Lo cubrían unos trozos de tela blanca y suave, más suave que cualquier piel curtida que Bernt hubiera visto nunca.

Puso los pies descalzos en el suelo. Era de metal bruñido pero estaba agradablemente cálido. Se sintió aturdido por un momento, y solo entonces recordó lo que había ocurrido y notó una punzada de temor. Miró alrededor. La caverna, o lo que fuera, era de pequeño tamaño. Las paredes eran lisas, tan pulidas como el suelo, y emitían una luz tenue y acogedora. En una esquina se adivinaba el contorno de una puerta. En el otro extremo, al lado de su viejo morral que destacaba como una mancha mugrienta en la pulcritud de la estancia, había una mesa y una silla, tan perfectamente labradas que casi parecían de una pieza, y un jarrón con flores artificiales en un estante. Bernt nunca había visto flores como aquellas. Se estaba aproximando a ellas cuando la puerta se abrió. Se giró temeroso de encontrarse con la criatura metálica que lo había sorprendido en la nieve, pero solo encontró a una mujer de mediana edad, con el pelo y la piel tan oscuros como los suyos, que le sonreía afectuosamente.

Ya te has despertado —dijo—. Bienvenido.

¿Bienvenido? ¿Dónde estoy? —preguntó Bernt.

Esa es una pregunta complicada, pero justa —dijo la mujer—. Sin embargo, ahora debes de estar hambriento. Por favor, acompáñame al comedor.

La mención de la comida hizo que Bernt fuera dolorosamente consciente del hambre que tenía. Había racionado sus provisiones para que le durasen todo el tiempo posible, y ahora, a juzgar por las quejas de su estómago, debía llevar bastante tiempo sin echarle nada.

La mujer salió de la habitación y Bernt la siguió. Lo condujo en silencio por pasillos acolchados, donde la temperatura era tan agradable y el aire tan limpio que Bernt casi sintió deseos de reír. Innumerables puertas se abrían a ambos lados. Se detuvieron frente a una de ellas y la mujer pulsó un botón en la pared. La puerta se abrió deslizándose en silencio. Entraron a un habitáculo estrecho, de paredes también metálicas. En una de ellas había un complicado panel plagado de luces y botones. La mujer pulsó algunos de ellos con la seguridad del que lo ha hecho muchas veces y las puertas se cerraron.

Es posible que ahora notes un ligero malestar. No te asustes, pasará en seguida.

La estancia se movió de forma imperceptible pero indudable, y Bernt sintió que el estómago le presionaba los pulmones y le impedía respirar. Se alarmó a pesar de la advertencia de la mujer, pero la sensación remitió en seguida. Apenas se había repuesto cuando un nuevo movimiento le hizo tambalearse. Un segundo después, la puerta se abrió y la mujer dijo:

Hemos llegado.

Ante ellos se abría una inmensa sala llena de mesas y de gente. Se trataba de personas normales, no de monstruos metálicos. Caminaban, comían, charlaban y reían. Un gran ventanal daba al exterior, donde las volutas de polvo de nieve se arremolinaban con la furia habitual. Unas sombras difusas se adivinaban entre la nieve, yendo y viniendo, al parecer ajenas a la fuerza de la ventisca. Algunas de ellas recordaban a la criatura metálica que había asaltado a Bernt en la llanura.

La mujer lo condujo hasta un mostrador. Pulsó un botón de color rojo y se abrió una compuerta en la pared. Una bandeja repleta de comida apareció movida por una cinta transportadora y se detuvo ante los ojos asombrados de Bernt. Tomó la bandeja entre sus manos. Estaba hecha un material liso y agradable al tacto que él no había visto nunca. La mujer volvió a pulsar el botón y otra bandeja con comida viajó a lo largo de la cinta y se detuvo mansamente ante ellos. Luego fueron a sentarse a una mesa.

Bernt no conocía ninguno de aquellos alimentos, pero olían bien y sabían aún mejor. Comió con avidez y solo cuando su estómago dejó de protestar preguntó:

¿De qué están hechas estas bandejas?

De plástico —dijo la mujer.

¿Plástico? —dijo Bernt—. Nunca he visto una piedra que se pudiera trabajar así. ¿De dónde lo extraéis? ¿Cómo lo moldeáis? ¿Y quiénes son ellos? —añadió señalando a las criaturas que se movían al otro lado del ventanal.

La mujer rió.

Calma —dijo—. Las preguntas de una en una. Si no, nos haremos un lío. Lo primero de todo: ¿cuál es tu nombre?

Bernt.

La mujer lo miró con una expresión indescifrable. Luego dijo:

Bernt. Me gusta. El plástico es una sustancia manufacturada a partir de la polimerización de cadenas de carbono. Lo obtenemos por reciclaje de otros plásticos sin uso. Se moldea fácilmente mediante la aplicación de calor. Y Ellos son los que han creado todo esto para nosotros, los que han organizado la resistencia, los que han construido el faro para llamar a los rebeldes y los que recogen a los viajeros perdidos en la nieve.

Bernt estuvo a punto de atragantarse.

¿Resistencia? ¿Un faro? No entiendo lo que dices. ¿Puedo comer más de esto?

La mujer rió con una risa franca que resonó en toda la sala. Luego se levantó y trajo otra bandeja de comida. Miró como Bernt apuraba los platos y después dijo:

Ahora que has saciado tu hambre, acompáñame al ascensor.

Regresaron al cubículo en el que habían entrado antes y la mujer volvió a pulsar unos botones. Bernt notó de nuevo esa sensación en las entrañas, pero, quizá porque la esperaba, le resultó menos desagradable que la primera vez. Al cabo de unos instantes la puerta se abrió y se encontraron en un largo pasillo con las nubes grises sobre su cabeza. Sin embargo, hasta allí no llegaba el frío ni el viento.

Estamos en la cúpula —dijo la mujer—. La mayor parte de la instalación está construida bajo tierra. El comedor y la cúpula son algunas de las excepciones. Sobre tu cabeza hay tres capas de vidrio transparente de diez milímetros de grosor que no podrías romper ni aún lanzándoles media montaña encima. Y allí al fondo está el faro. Ven.

Bernt la siguió observándolo todo con los ojos muy abiertos. Seguía sin comprender nada. Giraron en un recodo y llegaron ante una puerta cerrada. Sobre ella, por encima del techo transparente, se elevaba una estructura metálica, y en la cúspide brillaba una esfera de luz amarillenta tan potente que resultaba imposible mirarla directamente.

Ese es el faro —explicó la mujer—. Lo construyeron Ellos para que su resplandor fuera visible a muchos días de distancia, incluso a través de la nieve y la niebla. No es la verdadera Estrella. La Estrella sigue escondida detrás de las nubes. Los Otros la ocultaron para aniquilarnos.

¿Ellos? ¿Los Otros? No entiendo lo que me dices.

Es normal. Poco a poco comprenderás. Ellos y los Otros son los dioses de las leyendas. Seres de metal. Máquinas. Tienen sus propias reglas y se autoperpetúan en sus fábricas secretas. Nadie sabe cómo llegaron hasta aquí, o si existen desde siempre. Pero los Otros nos odian. Odian a los humanos. Solo a los humanos. Nos consideran una amenaza, para ellos y para el resto de lo que está vivo.

¿Por qué? Somos muy pocos, vivimos en nuestras cuevas sin hacer daño a nadie.

Este lugar tiene sus propias leyendas. Parece ser que no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que nos extendimos por toda la tierra y sometimos al resto de especies. Entonces llegaron los Otros y decidieron que suponíamos un peligro, y sumieron el mundo en tinieblas para aniquilarnos, y solo unos pocos de nosotros logramos sobrevivir ocultos en las cuevas.

¿Dónde están los Otros?

Nadie lo sabe. Aquí, allá, en todas partes.

¿Y Ellos, los dioses buenos? ¿De dónde salieron? ¿Por qué nos ayudan?

Incluso los dioses tienen debilidades. No todos estuvieron de acuerdo con el diagnóstico, y menos aún con el tratamiento. Algunos se rebelaron. Hay una guerra entre los dioses de la luz y de la oscuridad, Bernt. Una guerra entre Ellos y los Otros, una guerra ancestral que se remonta al origen de los tiempos.

Bernt la escuchaba asombrado. De algún modo descabellado todo aquello tenía sentido, pero al mismo tiempo subvertía el lugar de los humanos en el mundo de un modo que le incomodaba.

¿Y qué pintamos nosotros en todo esto? —preguntó—. ¿Por qué se han tomado la molestia de construir este lugar?

Hay algo en nuestro interior de lo que Ellos carecen, Bernt —dijo la mujer—. No nos han dicho qué es, pero es fácil suponerlo. Algo que tiene que ver con la imaginación, la intuición, los sentimientos. Ellos piensan que son armas poderosas, las armas definitivas para ganar la guerra. A los Otros jamás se les ocurrirá pensar que un ejército de humanos podría derrotar a los mismos dioses.

¿Un ejército?

Así es, Bernt. Somos reclutas. Ellos levantaron este faro como quien lanza un mensaje al viento. Los más visionarios, los más soñadores, los que sentíamos la nostalgia del mundo que nunca conocimos, salimos de nuestros agujeros y lo vimos brillar en la oscuridad, y nos recordó el resplandor de la Estrella. No pudimos resistir el impulso de seguir la luz. Esos son los humanos que Ellos necesitan. Gente como tú o como yo, Bernt. Pronto seremos suficientes y podrá comenzar la última batalla. Si vencemos, los Otros se marcharán y todo volverá a ser como antes, cuando la tierra era joven y la Estrella brillaba y la estepa estaba cubierta de árboles y hierba.

Habían estado caminando por el pasillo de regreso al ascensor, pero ahora Bernt se detuvo bruscamente. Un destello de comprensión súbita lo asaltó como un golpe en la base de la espalda. Miró a la mujer a los ojos y dijo:

¿Eres…?

Eira. Tu madre. Sabía que antes o después lo comprenderías.

Bernt la miró, reconociendo en ella los ojos, la nariz, la expresión de su rostro al sonreír. Sintió deseos de abrazarla y de insultarla a la vez.

Sé que no debí haberme marchado —dijo Eira, como si le hubiera leído el pensamiento—. Pero, al mismo tiempo, no tuve más remedio que hacerlo. Tú debes entenderlo. La luz era demasiado poderosa. No podía ignorarla y seguir encerrada en aquella cueva. Cuando llegué aquí y comprendí, pedí a los dioses que algún día tú siguieras mi camino.

Se metieron de nuevo en el ascensor. Mientras las puertas se cerraban, Eira añadió:

Ya falta poco. El fin se acerca. Ven, hijo mío, te presentaré a los demás.

El ascensor se puso en marcha. Esta vez, Bernt no sintió ninguna molestia. Apretó los dientes. Sentía que por fin había llegado a casa.

 

 


Alfredo Moreno Vozmediano. España, 1974. Ingeniero en Informática por la Universidad de Málaga (1998) Programador informático entre 1998 y 2000 (Madrid). Profesor de enseñanza secundaria en diversos centros públicos de Andalucía desde el año 2000. Casado y padre de dos hijas.

Escritor novel. Ganador precoz de premios literarios (Ej: Unión de Consumidores El Molino de Ciudad Real, años 1987 y 1988)Seleccionado para la antología «Bajo la Piel vol. 1», Ed. Carpa de Sueños, 2015, ISBN 978-1517611354.

Autor de textos técnicos como:

  • ORTEGA, M. [et al.] (coord.). 1995. Informática Educativa: realidad y futuro: el Software IEE. (pp. 209 – 215), Cuenca: Universidad de Castilla – La Mancha, 1995, ISBN 84-88255-99-3.
  • MORENO, A. (Ed.). 2005. Introducción a la Programación en C. Almería. ISBN 84-689-2994-8.

Autor del blog «En segunda persona» (http://iesceliaciclos.org/)


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Revista Cosmocápsula número 16. Enero – Marzo 2016

Nuevo lanzamiento: Revista Cosmocápsula número 17

16 Abr

Portada RevistaCosmocápsula, revista de ciencia ficción en español, lanza su número 17 con cuentos, poesía y cómic de los mejores escritores del género en iberoamérica.

Adquiérala ahora en Lektu.com: Revista Cosmocápsula número 17

Contenidos

Editorial: Los exoplanetas de ciencia ficción – Dixon acosta

Los exoplanetas de ficción

El infierno verde – Ricardo Giraldez

La Nebulosa – Francisco García-Luengo Manchado

Reversión – Victor Eduardo Alvarado Torres

Bésame Muerte! – Diana Stephani Muñoz Ramos

Abiogénesis – Carlos Andrés Ortiz Aguas

La Máquina Inútil – Antonio Sancho Villar

Escaleras – Luciana Binolfi

Del Caos a la Partícula – Luisina Milone

Crónica del viaje de H. G. Wells desde Bogotá al País de los Ciegos – Dixon Acosta Medellín

A través del agujero – Cristóbal Cabrera

El espantapájaros y el vagabundo – Julio César Gómez Bahamón

Hela, nueva novela de ciencia ficción de José Ángel Conde

26 Feb

CompartirTítulo: Hela
Autor: José Ángel Conde
Editorial: Triskel Ediciones
Diseño cubierta: Triskel Ediciones S.C.
Formato: Cartoné/EPUB/MOBI
Páginas: 434
ISBN: 978-84-943146-6-7
P.V.P.: 16€ (papel) 3€ (digital)

“Veo cómo Leylah llega al mundo consciente y se despierta de su sueño cada día con r…
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Hela, nueva novela de ciencia ficción de José Ángel Conde

26 Feb

hela novela de ciencia ficcionTítulo: Hela

Autor: José Ángel Conde

Editorial: Triskel Ediciones

Diseño cubierta: Triskel Ediciones S.C.

Formato: Cartoné/EPUB/MOBI

Páginas: 434

ISBN: 978-84-943146-6-7

P.V.P.: 16€ (papel) 3€ (digital)

Veo cómo Leylah llega al mundo consciente y se despierta de su sueño cada día con rapidez pero con pesadez, sabiendo que tiene que hacerlo pero sin desearlo en absoluto. Siempre es de noche. Se frota sus ojos orientales y va hacia el baño, donde se toma una ducha que la convierta en la máquina apta para lo que viene después. A veces abre la ventana y deja que entre el frío, para mirar cómo su reflejo va apareciendo poco a poco debajo del vaho que se ha acumulado en el espejo. Sus ojos brillan con toda la resignación del mundo.”

SINÓPSIS

La Unión Nórdica es la última gran superpotencia mundial superviviente de las devastadoras “guerras del petróleo”, una unidad supranacional basada en el totalitarismo, la tecnocracia y el racismo.

Köil Barfauti, un alma tan lúcida como atormentada, sobrevive como puede en el interior de este “paraíso hiperbóreo” hasta que se enamora de Leylah, una enigmática mujer que le introducirá en una organización subversiva secreta dispuesta a revelar y destruir la verdadera cara del sistema escandinavo: un panteón de semidioses que se alimentan de las emociones de los ciudadanos. Köil deberá embarcarse en un extraño viaje iniciático interior en busca de la revelación oculta resultante de combinar el lenguaje de las runas y la física cuántica. ¿Conseguirá encontrar su propio yo? ¿Liderará la rebelión que lleve al mundo al Apocalipsis, al temido Ragnarök?

BIOGRAFÍA DEL AUTOR

José Ángel Conde nació en Madrid en 1976. Licenciado en Comunicación Audiovisual, trabaja en el medio desempeñando diferentes funciones, además de haber dirigido y escrito varios cortometrajes experimentales en vídeo digital. En el campo literario es autor de la novela Pleamar (El Barco Ebrio) y los poemarios digitales Feto oscuro (Groenlandia) y Fiebres galantes (Shiboleth). También ha colaborado en varias antologías y revistas literarias (Des-amor, Realismo sucio, Groenlandia, Herederos del caos, Letras anónimas, Divague). Actualmente vive y trabaja en Leipzig (Alemania), y mantiene en la red el blog literario Negromancia.

ENLACES

Pagina oficial «Hela»: http://josefingel.wix.com/hela

«Hela» en Triskel Ediciones: http://www.triskelediciones.

Facebook: https://www.facebook.com/

Portfolio Web: http://josefingel.wix.com/

Nuevo número de la revista de ciencia ficción, terror y fantasía Planetas Prohibidos

24 Ene

Nuevo número de la revista de ciencia ficción, terror y fantasía Planetas Prohibidos
Nuevo número de la revista, el 12 ya, 13 contando el especial Ray Bradbury. Tal vez por eso, porque es el 13 de Revista Planetas Prohibidos, que nos ha salido “maldito”; archivos corruptos que des…
http://cosmocapsula.com/2016/01/24/3600/

Nuevo número de la revista de ciencia ficción, terror y fantasía Planetas Prohibidos

24 Ene

PORTADA_PLANETAS_12

Nuevo número de la revista de ciencia ficción, terror y fantasía Planetas Prohibidos

Nuevo número de la revista, el 12 ya, 13 contando el especial Ray Bradbury. Tal vez por eso, porque es el 13 de Revista Planetas Prohibidos, que nos ha salido «maldito»; archivos corruptos que desaparecen, multitud de pequeñas erratas que hemos ido descubriendo poco a poco, ficheros desactualizados que hemos tenido que volver a crear… pero bueno, gracias a la excelente labor de James Crawford Publising, hemos podido finalmente sacarlo a la luz. Esperamos que lo disfrutéis, y que haya merecido la pena todo este sufrimiento por nuestra parte, y la espera por la vuestra.

Os emplazamos desde ya para el próximo número, el 13 (que, afortunadamente, será en realidad el 14, y esperamos que no nos de tantos problemas).

NOTA; Aconsejable descargarlo y visualizarlo a  doble página, formato para el cual está optimizada esta versión de la revista.

Enlace de descarga: http://planetasprohibidos.blogspot.com/2016/01/revista-planetas-prohibidos-12.html

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ÍNDICE

PORTADA, Víctor Monigote

4/EDITORIAL, J. Javier Arnau.

5/Relato: LAS EXCENTRICIDADES DEL CAPITÁN IGNATIUS, Texto Ramón San Miguel Coca, ilustración Néstor Allende «Sgrum».

16/Relato: VUELTA ATRÁS, Texto Carlos M. Federici, Ilustración Zalo Palmer.

30/Relato: EL SEÑOR DE LA BASURA, Hugo Perrone, Pedro Belushi.

36/Relato: DE LOS SUEÑOS ROTOS, Texto Jesús Cañadas, Ilustración Rodrigo Damián.

41/Artículo: FRANKENSTEIN DE MARY SHELLEY, 20 AÑOS DE UN DELIRIO INCOMPRENDIDO, José Olmedo López-Amor.

51/Relato: POR TÍ VOLARÉ, Texto Laura López Alfranca, Ilustración David Olmedo.

56/Relato: LA VARIANTE BIOLÓGICA, Texto Ramiro Sanchiz, Ilustración Ángel García.

70/ Relato: ORILÁN, Texto Carlos Pérez Jara, Ilustración Vicente Balbastre.
86/ Relato LOS CAMINOS DE LA ARENA, Texto Rafa Marín, Ilustración Ángel García.

97/BREVES NOTAS SOBRE TÉCNICAS DE ILUSTRACIÓN, Ángel García, J. Javier Arnau (intro).
100/Reseña Cinematográfica: COHERENCE, José Olmedo López-Amor.

107/CÓMIC: ONDAS FRAGUIANAS, Fraga.

Ilustración adicional: Ángel garcía

Maquetación: James Crawford Publishing

Editores/corrección: J. Javier Arnau/William E. Fleming

Publica: Grupo Planetas prohibidos

«Kalpa 2015» nueva antología de relatos de ciencia ficción, terror y fantasía

21 Ene

Éride ediciones lanza una nueva antología con cuentos de ciencia ficción, terror y fantasía.
SINOPSIS
Kalpa 2015 no es una antología más. Su referencia a la obra maestra de Angélica Gorodischer nos podría dar una pista sobre su contenido, pero no encontraremos más concesiones a la célebre escrito…
http://cosmocapsula.com/2016/01/21/kalpa-2015-nueva-antologia-de-relatos-de-ciencia-ficcion-terror-y-fantasia/

"Kalpa 2015" nueva antología de relatos de ciencia ficción, terror y fantasía

21 Ene

Éride ediciones lanza una nueva antología con cuentos de ciencia ficción, terror y fantasía.

SINOPSIS

cuentos de ciencia ficcion kalpa 2015Kalpa 2015 no es una antología más. Su referencia a la obra maestra de Angélica Gorodischer nos podría dar una pista sobre su contenido, pero no encontraremos más concesiones a la célebre escritora argentina. La presente antología es una joya, una selección de la mejor literatura de género que nos aportan diez escritores de una región, en ocasiones olvidada y poco amiga de las novedades. Diez escritores vinculados de alguna manera a Castilla y León, y que tienen en común su pasión por la literatura fantástica, por la ciencia ficción y el terror. Y esto es lo que hallará el lector: relatos diferentes que nos hablan de mundos distópicos, épicos y alegóricos, de futuros imprevisibles y de pasados que nunca existieron, de imaginación y fantasía con mayúsculas, desbordante en intriga y suspense, de acción y aventuras. Una antología que hará las delicias de los amantes del género, y que se presenta como muestra de una asociación que intenta ser referente de dichos estilos narrativos en una región que sabe a medievalismo, a leyendas espectrales y castillos encantados, y que con esta obra decide dar un vertiginoso cambio de timón al futuro.

http://erideediciones.es/kalpa-2015/

http://www.amazon.es/Kalpa-2015-Antolog%C3%ADa-Fantas%C3%ADaCiencia/dp/8416596018/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1452699134&sr=8-1&keywords=kalpa+2015

«Metanoia» de Dioni Arroyo Merino, nuevo libro de ciencia ficción distópica

15 Ene

Éride ediciones publica un nuevo libro de ciencia ficción distópica del escritor español Dioni Arroyo Merino.
SINOPSIS
Está ambientada en un futuro incierto en una ciudad del norte de la península, aproximadamente dentro de quince años. Narra las aventuras de un joven funcionario de prisiones que…
http://cosmocapsula.com/2016/01/15/metanoia-de-dioni-arroyo-merino-nuevo-libro-de-ciencia-ficcion-distopica/