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"Bo-Dell-Air" por Ricardo Cabezas

5 Dic

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Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013. Cápsulas literarias.

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Bo-Dell-Air

Ricardo Cabezas


Escucho el estruendo de las alarmas en la Plaza de los Artistas. A mi lado, los parlantes resuenan, con canciones de Chyntek llenando las aceras con beats sincopados y siniestros. Al mismo tiempo, decenas de muchachos con crestas rojas inclinan sus cabezas sobre el agrietado pavimento, entrelazando sus manos con los conductos electrónicos de sus tatuajes. Se hacen llamar Nanotechs; simbiontes tecnológicos de la estética deprimente y penetrante. Algunos mueven sus cuerpos, ondulando al ritmo de la música. Otros se desploman sobre las baldosas llorando por el universo entero. Ellos son lo más Nano, lo más cool.

Mi reloj, marca las 4:00 AM. Debí quedarme dormido en la plaza, en un acceso de narcolepsia. Cuando el ruido me despertó, tenía las manos sucias y manchas de café en la chaqueta. Creo que había salido a caminar por la tarde, distrayéndome con los anuncios fulgurantes de los microLEDS en los roídos edificios del centro. Luego en algún momento, mis manos comenzaron a temblar por varios minutos y decidí entrar a un café cercano para descansar. No recuerdo nada más.

Los crestas rojas adquieren ahora un aire intelectual muy sombrío. El dolor se imprime en sus rostros pálidos. Sus cerebros se encuentran conectados a bases de datos donde son catalogados los matices de su anticlímax emocional; el ritual de Bo-Dell-Air en el espacio del desconcierto. Asombro, miedo, confusión, apatía. Sus mentes resuenan al unísono en un gesto de desprecio ante quienes no puedan comprender el lenguaje de su autoimpuesta miseria. Complejos diseños recorren las venas de sus brazos, en diagramas electrónicos cambiantes como las manchas de un pez marino. Sus cuerpos modificados y sus vestidos, son solo un reflejo de la imagen emocional que perciben continuamente.

Ahora, las pantallas moleculares de sus Holo-5 proyectan estrofas de poemas antiguos; oraciones dolorosas que los crestas rojas repiten con una voz neutra y opaca en medio del pandemónium sonoro del Chyntek:

Moribunda, se entrega a lánguidas visiones,

Y pasea sus ojos, apenas desmayados,

Por el azul que arde en bellas floraciones.

en su mano recoge esa lágrima pálida,

de irisados reflejos, como un ópalo vivo,

y la guarda en su pecho sin que el sol la contemple.

Yo soy viejo, pero muy poco Nano. Raras veces tengo lágrimas, o algo inteligente que decir. Me aparto disgustado de los Crestas Rojas y de sus Holo-5 tratando de evitar las miradas inquisidoras que me siguen mientras camino hacia la avenida Caracas. Afortunadamente no hay que temer violencia alguna por parte de ellos. Sus cabezas están atiborradas de PSB y de otros depresores corticales, que modulan sus emociones y deseos. Me limito a esquivar los voluminosos cuerpos de látex perdidos entre las alegorías melodramáticas del ciberespacio y sus terminaciones nerviosas. A mi alrededor, el paisaje recuerda un camposanto primitivo con cuerpos de hombres y mujeres desparramados por el suelo, en castas posiciones.

Mi casa queda a 3 cuadras del parque, justo frente a las ruinas oxidadas de una estación de Transmilenio en la antigua Caracas con 45. Años atrás, abundaban los bares de salsa, la basura y el hurto callejero. En las montañas, los pinos resplandecían bajo la sombra de cirroestratos reverberantes. Por las tardes me gustaba salir a caminar sin rumbo fijo, mientras escuchaba canciones de Pearl Jam en mi iPod.

La nostalgia me llena.

Son las 4:30 cuando regreso a casa. Las pantallas se despliegan a mi orden y sintonizan el canal del Furor Quantiko. La voz de un locutor abatido exclama: Somos como aterrados neutrinos orbitando la calidez de un agujero de Einstein–Rosen. Nuestras plegarias de amor llenan las galaxias, se expanden hacia el vacío de los multiversos atareados. Intento sintonizar algo diferente, pero en los 839 canales del servidor, se proyectan estupideces similares y slogans de la Corporación del Hombre Triste Ser inteligente y melancólico es el nuevo estilo, El futuro es de los deprimidos ¡No al fascismo de la felicidad! La sonrisa es para los borregos y los vulgares. La plaga ya llega a las colonias lunares, a las bases en Marte: Universe and Sadness in Expansion: join the NASA. La constante de Bo-Dell-Air impregna al mundo.

Busco efedrina en la alacena. Pastillas rojas y anaranjadas que rápidamente desaparecen en mi garganta seca. Cierro las ventanas y bajo el volumen del sistema. Nubes automáticas de memorias comienzan a delinearse en mi mente. Pienso en la ciudad. Antes, mucho antes de los crestas rojas y su parafernalia: una fría ciudad de páramo, banal y seductora.

Bo-Dell-Air no existía más que como un rumor de la red; algo que se mencionaba por Twitter con respecto a experimentos tomográficos sobre los patrones mentales de ciclotímicos y autistas. Poca cosa comparada con los torneos de fútbol o el Reality de turno.

Era a comienzos de siglo más o menos.

Luego de algunos meses, este rumor se convirtió en el principal trending topic de las comunidades virtuales. La creación de un nuevo cerebro -o mejor aún-, de una nueva mentalidad, que reafirmaría el triunfo de lo intelectual sobre el insípido hedonismo de la cultura de masas.

Miles de personas se presentaron como voluntarios para estos mapas mentales: actores, escritores, pintores, individuos vanguardistas cansados de su lasciva humanidad. Poco tiempo después las compañías farmacéuticas se adueñaron del proyecto; había posibilidades inconmensurables para llegar a comprender las estructuras cerebrales de la conciencia y de sus trastornos -decían-. El Human Mental Protocol Baudelaire, recibió todo el apoyo de la OMS y de numerosos gobiernos… La prensa anunciaba una bonanza económica y una subida en las acciones de las compañías. Algunos hackers graciosos comenzaron a llamarlo simplemente ¨Bo-Dell-Air¨, porque el protocolo era una ¨solución tecnológica para los problemas de las mentes enajenadas y poéticas¨. Puro spam cultural.

Con el tiempo, las técnicas de mapeo cerebral, y de proteómica neuronal, consiguieron replicar los patrones mentales de algunos escritorzuelos adictos a las anfetaminas. Poco después se descubrió que el suministro permanente de PSB, sobre las regiones corticales del cerebro, generaba un estado permanente de depresión, junto con una mayor creatividad y aprehensión por el mundo. Con gran facilidad se conseguía modular las respuestas emocionales de los individuos y sintonizarlas con bases de datos creadas por La Corporación del Hombre Triste. La monotonía sonora del Chyntek incrementaba el efecto de la droga, gracias a su ritmo desbocado y reiterativo.

Era un producto fácil de empacar y de vender. Miles de personas, ávidas de sensaciones nuevas, se lanzaron a su consumo masivo; solo necesitabas un catéter bajo el lóbulo temporal para sentirte como un sabio incomprendido, como un poeta maldito que escupe sobre las masas de aduladores sumisos. Así pues, los crestas rojas comenzaron a multiplicarse como bacterias estomacales; niños autistas entregados a la comunión universal con las nuevas tecnologías, en perpetua contradicción con el mundo aburrido y hedonista del que yo provenía. Sus sentimientos, su tristeza eran reales. Los patrones electroquímicos podían replicarse indefinidamente, configurando un vórtex emocional del abandono, donde todos nos podíamos refugiar.

Conozco bien a los Nanotechs. Conozco sus crestas rojas, sus sentimientos, su vacío emocional: yo trabajé como investigador en el proyecto que consolidó su existencia. Yo también vivo en el espacio de Bo-Dell-Air…

Y no lo comprendo…

______________________________________________________________

Ahora amanece. Veo la sombra de Monserrate, como el último vestigio de realidad en un paisaje holográfico y pixelado. Una línea amarilla rodea el horizonte, mientras el rumor del Chyntek va desapareciendo entre las sombras. El festival de los Nanos ha terminado.

bodellair

Apago las pantallas. Desconecto el sistema. Quedo a solas con mi viejo iPod, mientras las anticuadas melodías de Pearl Jam llenan la atmósfera con un maravilloso bienestar de duermevela. Afuera, los crestas rojas regresaran a sus sucios cuartos atiborrados de cables y de redundantes epifanías. No escucho sus voces de protesta contra la cálida mañana y el cielo gilipollas que fracasa con todo el peso de su insignificancia.

Una voz suave canta:

Thoughts arrive like butterflies

Oh, he don’t know, so he chases them away

Someday yet, he’ll begin his life again

Life again, life again…

Quiero más efedrina.

 


Ricardo Cabezas. Nací en 1981 en Bogotá Colombia. soy biólogo y actualmente estudio un Doctorado en Ciencias Biológicas en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia). Desde muy temprana edad me han interesado las temáticas de ciencia ficción y fantasía, y tengo cuentos publicados en las revistas De Segunda Mano y anteriormente había publicado mi relato La Plaza Mayor en Cosmocápsula. Igualmente he publicado artículos científicos en las revista Acta Biológica Colombiana, Cell Biology International y Neuroscience Research. En el año 2011 participé en el taller literario Renata de Ibagué.



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Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013.

"Luis, el otro" por Luis Carlos Barragán

20 Nov

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Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013. Cápsulas literarias.

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Luis, el otro

Luis Carlos Barragán


Me llamó a eso de las diez para que nos encontráramos a las tres, pero como ambos somos perezosos nos encontramos a las cinco. No tenía el mismo corte de cabello que yo, ni las mismas gafas ni la misma ropa. A mi me pareció un poco más alto, pero debe ser porque me estoy encorvando con tanto tiempo frente al computador. Lo vi de lejos, parándose de la silla en el primer piso del Terraza Pasteur, sonriente, porque siempre que me encuentro con alguien el encuentro me hace sonreír; sentía curiosidad por saber si íbamos a hacer lo mismo, si habíamos pensado lo mismo. Finalmente nos estrechamos, nos olimos, nos abrazamos, constatamos con un «hola» nuestra propia voz y después nos quedamos mirando el uno al otro un segundo, sabiendo la vergüenza que ya no teníamos que ocultarle a nadie. Entonces, comprobando la aspereza de su piel, el color de sus ojos, el espesor de sus cejas, nos acercamos lentamente y nos rumbeamos de lo más rico en este planeta, porque yo sabía cómo me gusta besar y él también. Porque yo podía recorrer los mismos dientes con la misma lengua, con los mismos labios, hasta sentir una erección del mismo pene, del mismo tamaño.

Luego nos sentamos, pedimos un café y él me dijo: «Te estuve esperando estos dos años. Dime qué cosas hiciste distinto». «Algunas decisiones ―le respondí―, compré alguna ropa distinta, vi otras películas, me fui de viaje a otros lugares y me leí otros libros». Hablamos por horas sin cansarnos, contrario a todas las expectativas.

Cuando les preguntas a las personas qué harían si se encuentran con su doble, muchos te responden que no se soportarían, que se odiarían mutuamente, se matarían, se aburrirían de escucharse la misma vida, se pelearían por la misma ropa. Siempre tuve fantasías sexuales conmigo mismo, siempre pensé que dos yos podríamos conquistar el mundo, escribir el doble de libros, hacer el doble de proyectos audiovisuales y el doble de viajes. Cuando quisiéramos jugar videojuegos y tuviéramos deberes supuestamente importantes, uno los haría y el otro seguiría jugando. Seguir leyendo

"La terapia" por Manuel Jordan

16 Nov

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Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013. Cápsulas literarias.

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La terapia

Manuel Jordan


A Johanna

Diego recordaba todas las mañanas aquel día en que Ana lo abandonó y se hundía lentamente en la desesperación. Lo peor era ese insomnio indomable.

Mientras buscaba en sus bolsillos las llaves del carro, encontró la hoja arrancada a la guía telefónica. Leyó el largo listado de psiquiatras y psicólogos; escogió uno por su apellido: Zweig.

El doctor David Zweig tenía un consultorio en un breve edificio de tres pisos. En la planta baja del lugar estaban una farmacia y una ferretería. El resto de los pisos estaban ocupados por oscuras oficinas. En el último, la única oficina, al final de un pasillo, era la del doctor Zweig. Pensó que no iba a encontrarlo a aquella hora. Tocó resignado la puerta una, dos, tres veces. Un grito incompresible vino de adentro. Creyó que era de aprobación, giró el picaporte y entró a lo que supuso era una sala de espera. Seguir leyendo

"El viajero del tiempo" por Jerson Lizarazo

9 Nov

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Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013. Cápsulas literarias.

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El viajero del tiempo

Jerson Lizarazo


La civilización murió cuando el viajero del tiempo desapareció. Para qué tomarse la molestia de escribir un epitafio que jamás será leído por nadie, pensó.

Meditó durante los cinco minutos finales y, con él, se desvaneció en un suspiro el último vestigio de la Humanidad.

Había bajado de su nave esperando abrir las puertas del paraíso. En vez de la Tierra Prometida, encontró los escombros de Sodoma y Gomorra.

En el tiempo en que creció el viajero del tiempo, los hombres y mujeres miraban al futuro con intenso optimismo. Todos los días se anunciaban fascinantes descubrimientos y nuevos y complicados artilugios que facilitaban cada vez más una vida que ya era, de por sí, bastante cómoda. Solo bastaba mirar al pasado remoto y acercarse gradualmente hacia el etéreo presente para ilusionarse con la promesa de un futuro maravilloso e inimaginablemente mejor. Seguir leyendo

"Por qué escribo – cómo escribo" por Pablo Martínez Burkett

23 Oct

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Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013. Artículos.

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Por qué escribo – cómo escribo

Pablo Martínez Burkett


Seguramente muchos escritores puestos a hagiógrafos de sí mismos, amañen autobiografías que digan algo así como <<Ya desde la más tierna infancia, supe que mi destino era literario>>. Siento apartarme del clisé pero jamás tuve esa clarividencia. No hace mucho estaba en Santa Fe, mi ciudad natal, revolviendo cajones en mi casa paterna y di con un certificado de participación en el certamen literario intercolegial José Pedroni. Era un evento que no recordaba. Mirando para atrás y tratando de unir los puntos, es evidente que en la alquimia de mi cerebrito de los 16 años ya se había catalizado cierta inclinación por la escritura, inclinación que mis educadores consideraron bastante como para representar a mi colegio en un concurso literario. Y tratando de explicar esa vocación, quizás una posible respuesta pase por el lado de la lectura. Así como no supe que me aguardaba la etiqueta de escritor, siempre supe que me fascinaba leer. Me crié dentro de una biblioteca. Mi padre oficiaba por las tardes de bibliotecario y yo lo acompañaba <<a trabajar>>. Y allí me engullía todo lo que el autor de mis días dejaba al alcance: Edgar Allan Poe; H. P. Lovecraft; Julio Verne; H. G. Wells, Emilio Salgari, Cervantes, Borges, Mujica Laínez, Cortázar y Adolfo Bioy Casares, libros de historia y filosofía. Seguir leyendo

Editorial. "¿Por qué me gusta la ciencia-ficción?" por Dixon Acosta Medellín

17 Oct

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Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013. Editorial.

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Editorial. ¿Por qué me gusta la ciencia-ficción?

Dixon Acosta


La Lectora. Jean-Honoré Fragonard

La Lectora. Jean-Honoré Fragonard

Cuando estudiaba sociología, muchas personas que dudaban en cuanto al futuro laboral de la profesión me preguntaban sobre la definición misma de esa disciplina que hace parte de las ciencias humanas. Dos preguntas básicas: ¿qué es la sociología?, ¿para qué sirve? Me hubiera gustado tener un espacio escrito en aquella época para haber dado las respuestas, pues la explicación se convirtió en un guión agotador que repetía cual actor decadente ante un renovado público.

Igual me pasa con la ciencia-ficción, con la ventaja que ahora Cosmocápsula me da la oportunidad para expresarme sobre mi particular afición. Si hay algo claro en la ciencia-ficción es que no existe una definición unívoca, en parte por las ideas preconcebidas sobre la misma. Mi definición no necesariamente coincide con la de otras personas y quizás esa sea el gran rasgo de su naturaleza, su versatilidad polisémica (espero no irritar a mis amigos filólogos con esta descripción).

Para no extenderme en una larga explicación y haciendo un esfuerzo sintético, considero a la ciencia-ficción como una corriente humanista que se pregunta por el futuro. La humanidad o, mejor sería decirlo francamente, algunas personas privilegiadas y curiosas (la mayoría lamentablemente apenas intenta descifrar el devenir cotidiano) se han preguntado por lo que viene después del día presente. Han surgido respuestas desde la religión, la filosofía y sus hijas, las ciencias humanas (incluida la incomprendida sociología), la economía y las ciencias puras, más recientemente desde la óptica ambientalista.

La literatura en prosa (novela y cuento) a pesar de contar con el motor de la imaginación no se preguntaba por el futuro, al menos no con argumentos racionales y explicaciones basadas en la ciencia. La novelística gustaba del tiempo presente con nostalgia del pasado, buena parte de las obras clásicas de este género se relacionan con los recuerdos infantiles de los autores, recreando historias personales o colectivas. Las historias de la literatura complementaban a la historia académica. Faltaban aquellos creadores esenciales preocupados por el porvenir, alimentados por el desarrollo científico y tecnológico, tendencia que desde el siglo XIX no se ha detenido, gracias a la imaginación y la curiosidad, condiciones válidas tanto para los científicos como para los escritores.

Siendo género literario en su origen, la ciencia-ficción ha promovido una extraordinaria corriente artística visual, pintores e ilustradores que salieron de las galerías para llevar su genio al cómic. Aunque ha sido en el cine -compendio final de todas las artes-, en donde la ciencia-ficción ha triunfado como expresión artística con obras magnas y empresa rentable con títulos taquilleros. En nuestra era cibernética, actualmente hay un renovado auge que vuelve a impulsar a la literatura de ciencia-ficción gracias a esfuerzos como el de Cosmocápsula, la única nave espacial colombiana patentada hasta la fecha.

Otra razón por la cual me gusta la ciencia-ficción es que nos permite a quienes no podemos ser críticos indignados del presente, crear un escenario futurista para ello. Al final, en esta particular especulación también se habla de los temas trascendentales como el amor y el sexo, la paz y la guerra, el poder y el abuso del mismo, la fe y el escepticismo, escapando a los nuevos censores bajo la coartada de estar en otro tiempo y lugar. La ciencia-ficción presenta con una escenografía diferente los problemas actuales y las crisis eternas.

Es posible que no haya dado respuesta a la primera pregunta sobre la definición de la ciencia-ficción. En cuanto a la segunda, sobre la utilidad de la misma, la respuesta sólo puede brindarla cada lector, en la medida que las obras de este particular género le provoquen sentimientos, reflexiones, dudas o al menos le proporcionen entretenimiento.

La conclusión personal, es que me han gustado cosas en la vida que no son tan fáciles de explicar, que algunos podrían incluso calificar de inútiles, pero que son tan básicas y fundamentales, como los artículos de primera necesidad del supermercado. Espero que este intento de reflexión sirva para invitar a los amables lectores a plantearse estas preguntas mientras viajan por los lejanos destinos en tiempo y espacio que unos arriesgados pilotos han escrito para ustedes en Cosmocápsula. Bienvenidos.

Dixon Acosta Medellín

@dixonmedellin

 


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Revista Cosmocápsula número número 7. Octubre – Diciembre 2013

Ilustración de portada: "Ella" por Le Yad

17 Oct

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Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013. Arte.

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Imagen de portada: Ella

Le Yad


LE YAD (1981)

Editora de arte y diseño de Cosmocápsula. Licenciada en Diseño de la Comunicación Gráfica por la Universidad Autónoma Metropolitana, se ha especializado en el área de la Ilustración con cursos y talleres impartidos por la Academia de San Carlos, CONACULTA, Centro Cultural de España, entre otros.

Enfocada a la ilustración, la plástica y el Discurso visual. Su trabajo ha sido seleccionado en el 2009 por el Museo Mexicano del Diseño en el concurso de cartel “A la muerte con una sonrisa”, en el 2011 seleccionada en el Catalogo de Ilustraciones Infantiles y Juveniles de CONACULTA, mención en el 2012 en el XXIV Concurso de cartel “Invitemos a Leer” de CONACULTA, entre otros.

Además de coleccionar piedras de rio y dibujar día con día, ha participado en exposiciones individuales y colectivas, ha impartido talleres sobre la imagen plástica como transmisor de conceptos y ha fundado su propia marca de productos.

Actualmente es parte del proyecto de Asociación de Ilustradores en México y es directora y fundadora de “Taller de Sueños”, pequeño espacio dedicado a la lectura y ala ilustración.

Blog personal: http://simplemente-yad.blogspot.mx/

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portada no 7


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Revista Cosmocápsula número número 7. Octubre – Diciembre 2013

Revista Cosmocápsula número 7. Octubre – Diciembre 2013

17 Oct

portada no 7

Fundadores: Antonio Mora Vélez, Dixon Acosta, Juan Diego Gómez Vélez, David Pérez Marulanda.

Comité editorial para este número: Dixon Acosta, Diana Paola Lara, David Pérez Marulanda, Rodrigo Bastidas.

Diseño, ilustración y diagramación: Le Yad, David Pérez Marulanda.

Nota importante: COSMOCÁPSULA no se responsabiliza de las opiniones emitidas en ésta publicación. Lo expresado en cada texto o imagen es responsabilidad única de su respectivo autor.
El logotipo de Cosmocápsula es de © David Pérez Marulanda.
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Colombia. 2013


ÍNDICE

 

Ilustración de portada: Ella por Le Yad.

Editorial: ¿Por qué me gusta la ciencia-ficción? por Dixon Acosta

Por qué escribo – cómo escribo por Pablo Martínez Burkett

El viajero del tiempo por Jerson Lizarazo

La terapia por Manuel Jordan

Luis, el otro por Luis Carlos Barragán.

Bo-Dell-Air por Ricardo Cabezas.