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"Sacada a la fuerza" por Francisco Kieks Ariza

27 Mar

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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014. Cápsulas literarias.

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Sacada a la fuerza

Francisco Kieks Ariza


 

¡Capitán! ¡Capitán! – dijo entrando tembloroso el suboficial.
‒ Jumm… ‒ desperezándose en su silla el regordete jefe de la nave ‒ ¿Qué sucede?
‒ Han penetrado varias capas y casi alcanzan el casco exterior, están taladrando más profundo.

El capitán lentamente se levantó y reptó hasta los controles, las máquinas mostraron como los tres picos del taladro giraban y se detenían cada tanto.

Tranquilo subteniente Dariez, esto ha pasado antes, llegan cerca, sacan algo y vuelven a rellenar el hueco que han hecho.


‒ Pero están muy cerca capitán Zair – replicó preocupado y su piel a un intenso rosado se tornó – Si esto continúa así creo que nos veremos desalojados de nuestro refugio. Recomiendo que se ponga la alerta negra y traslademos el casco entero.

El capitán iba a reír por aquella muestra de inseguridad e ideas absurdas pero voces externas se lo impidieron y al observar por las cámaras también tuvo razones para asustarse. Ya no se observaba aquel taladro tan común para aquellos inquilinos, ahora se aproximaba un objeto inquietante y muy diferente.


‒ Es muy profunda, señor Galindo – dijo aquella voz externa – me temo que ésta tocará retirarla, sólo será un minuto.


La voz de Galindo rugió desde muy profundo inquiriendo acerca del dolor.

Casi de inmediato el objeto se acercó ominosamente sujetando fuertemente la cavidad en que la nave estuvo y empezó a mover todo su mundo de un lado para otro. El capitán no pudo reprender al subteniente sabiendo que les acababa de salvar la vida con aquella muestra de iniciativa y sólo alcanzó a dar órdenes para que la tripulación entera se asiera fuerte ante aquellos bruscos movimientos que sacudían todo. El nuevo objeto tenía forma de alicate y a cada meneo hacía temblar toda la nave de un lado y a otro con fiereza. Las cámaras solo mostraban paredes grises metálicas y no sabían que sucedía exactamente, todos iban despavoridos sin saber qué hacer dentro de su nave. Luego de uno o dos minutos todo se calmó y pudieron ver que se hallaban a la intemperie de un espacio hostil y frío. Ellos solo eran una gran mancha negra que se desprendía de aquél mundo blanco que habían poseído ahora inerte.

Listo, señor Galindo – dijo con confianza – esta muela ya no le molestará.
‒ Gracias doctor – contestó algo balbuceante Galindo.

Una mancha oscura ahora flotaba y se alejaba por el aire de aquél consultorio.

Tenía razón subteniente Dariez, hemos sido desalojados de nuestra, antes considerada, segura colonia. Veré que lo asciendan por aquel acto para activar la negra, pues nos salvó a todos de ser aplastados si hubiéramos seguido agarrados a esa muela. Podemos usar muy bien gente con esa valentía e iniciativa como la suya en el cuerpo de oficiales – comentó mientras reptaba sobre su ancha barriga el capitán Zair acercándose a otro reptante mucho más flaco y ágil al otro lado de la cabina de mando – Ingeniero Capla – le saludó usando las antenas, salientes de la cabeza, enrollándolas con las del ingeniero – búsquenos un nuevo sitio, otra boca que ocupar y esta vez refuercen las medidas y en caso de que vuelva a suceder poder cambiar rápidamente a otra muela para no usar la alerta negra, nuestras naves no resisten mucho en este aire tóxico.

Se retiraba, con visible alegría en la pequeña boca tubular salida del pecho, hacia su asiento de capitán cuando se acordó de algo y volvió a mirar al ingeniero.

Por cierto, que sea una con mucho azúcar, necesitamos materiales para arreglar los daños.


Francisco Kieks Ariza (1988): Autor novel nacido en la ciudad colombiana de Santa Marta, Magdalena. Infancia transcurrida entre Venezuela y Alemania, ahora está radicado en Bogotá estudiando comercio internacional. Ha escrito cuentos cortos de ciencia ficción y fantasía, así como poesía; algunos dentro de concursos literarios en España. Anteriormente estudiaba ingeniería en la universidad nacional, lo cual le ayudó a crear sus bases científicas para sus cuentos así como ampliar sus conocimientos literarios al tener acceso a la biblioteca de la universidad.



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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014

"El cuadro de Hans Glaser" por Daniel González

4 Mar

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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014. Cápsulas literarias.

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El cuadro de Hans Glaser

Daniel González


—Es usted una joven muy bella —le dijo Hans Glaser a su modelo, Carolina, y decía la verdad. Carolina era de piel morena, cabello largo, negro y rizado y un cuerpo esbelto. Sonreía conforme el joven artista le realizaba un retrato. Aunque Glaser era más famoso por sus grabados y octavillas.
—Gracias, mi señor —le respondió ella con una sonrisa discreta y displicente. Tenía un acento extraño, se notaba que no hablaba bien alemán.
El Nuremberg de 1566 era un lugar bullicioso para la época. Incontables jinetes, carruajes y transeúntes iban y venían. Mercaderes publicitaban sus productos a viva voz, predicadores que llamaban a los pecadores a arrepentirse de sus faltas, etc. Se pensaría que todo ese bullicio podía dificultar la atención del artista, pero no era así. Estaba como embelesado con su hermosa modelo y una vez finalizado el retrato abocó sus atenciones en cortejarla.
—No, Maestro Glaser —dijo ella—; yo no soy una mujer ligera…
—¡Me insulta, Srta. Carolina! —dijo con falsa modestia—; jamás pretendería yo faltar a su honor. Pero debo decir que su angelical belleza me ha robado el corazón.
Esas dulces palabra en efecto tocaron el corazón de Carolina, pues no estaba acostumbrada a ese buen trato. Por su mente cruzaron amargos recuerdos de azotes, insultos y humillaciones conforme creció en una vida repleta de carencias y privada de niñez al tener que trabajar como esclava desde muy pequeña.
—Soy una mujer humilde, Maestro, de orígenes plebeyos. No pretenderá usted jugar con mis sentimientos…
—Por supuesto que no, créame que mis intenciones son honestas…
—Aún así, Maestro, me temo que lo que usted pretende es imposible. Con su permiso, me debo retirar —dijo partiendo a toda prisa ahora que la obra estaba terminada.
—¡Carolina! ¡Espere! —insistió Glaser, sin éxito. Carolina se perdió entre la multitud.
No obstante Glaser no se rendía tan fácilmente. La buscó por días entre las posadas, los cafetines, las iglesias y cualquier centro de reunión. Empezaba a perder la esperanza cuando la observó en el mercado hablando con un moro. El sujeto estaba todo cubierto con los típicos ropajes de los mahometanos y se cubría la cabeza y el rostro con un turbante. ¿Qué hacía aquella doncella hablando con un bárbaro de esos?
Glaser se le acercó y parecía como si su llegada importunó a ambos. Carolina se despidió del moro y se fue a hablar con Glaser.
—Maestro, le he dicho que lo que usted pretende es imposible. ¡No insista más! ¡Y ya no me busque!
—Mi doncella entienda que mi corazón le pertenece a usted y no puedo sacarla de mi mente…
—Si desea tenerme por una noche está bien, pero después de eso se olvidará de mí.
—¡No pretendo sólo una noche, mi señora! ¡Entiéndalo! Quisiera que me diera su mano en matrimonio…
Carolina miró el cielo como frustrada pero al mismo tiempo sentía un gran aprecio por aquel hombre. Incapaz de romperle el corazón, se quedó hablando con él toda la noche.
—Sus manos son tan suaves, Maestro —dijo ella mientras las tocaba. Era las manos de un bohemio artista que nunca había realizado duros trabajos. Las suyas, en cambio, eran ásperas y rasposas.
—¿Has tenido una vida muy dura?
Carolina bajó la mirada, recordando su agreste existencia antes de Nuremberg.
—Sí, mi señor Glaser. Nací esclava, como mi madre, mi padre y mis hermanos, y todos a quien conozco. Nos esclavizaron unos crueles invasores extranjeros que, desde la conquista, nos han tratado muy mal.
—¿Cómo escapaste?
—Fue hace un año. Una potencia rival a nuestros invasores me ayudó a escapar y me enviaron acá por medio de un ingenio que no te puedes imaginar, mi señor. Es como un barco, pero mucho más rápido y que no viaja sobre el agua.
—¿No me estarás tomando el pelo? —preguntó ceñudo Glaser— ¿Qué país es ese, del que provienes y fue invadido?
—Mi señor… no lo comprenderías. Prácticamente es otro mundo… Mejor cambiemos de tema.
La conversación era tan agradable que las horas se sucedieron rápidamente. Glaser la llevó donde los gitanos que festejaban cerca del mercado, cantando alegres tonadas con sus guitarras y bailando jubilosos. Ella aplaudía feliz el canto y la danza de los gitanos y tanto se distrajo que llegó el alba.
—¡Ha llegado la hora! —dijo al ver la luz solar. Glaser no entendió a que se refería pero no pudo preguntarle. La gente comenzó a gritar y muchos salieron de sus casas a ver lo que pasaba en el cielo. Se escuchaba un ruido ensordecedor como de truenos y en el firmamento se podía ver enormes bolas de colores, cruces y cilindros que silbaban al volar por los aires.
—¡Esto es cosa del Diablo! —dijo el párroco local persignándose frenéticamente una y otra vez y comenzando a rezar el rosario.
—¿Qué es eso? ¿Qué está pasando? —se preguntó Glaser pero Carolina no lucía asustada. Había visto aquellas naves espaciales surcar el cielo muchas veces. Eran naves guerreras. Extrajo su comunicador y habló en una lengua que Glaser no entendió, pero que su interlocutor sí. El pintor, desconcertado, observando a su musa hablándole en lenguas a lo que parecía un compás de frío metal pensó que se había vuelto loca o quizás era bruja y tenía pacto con los demonios que ahora sobrevolaban los cielos.
Pero el moro recibió su comunicación y le confirmó que estaban listos. Una gigantesca nave espacial con forma triangular hizo su aparición para sorpresa de la flota invasora y de ella emergieron otras naves más pequeñas que parecían esferas para los que las veían desde abajo pero en realidad eran platillos. Las dos flotas enemigas se enfrentaron en una acalorada refriega militar e incluso algunas naves cayeron al suelo explotando al golpearlo y dejando en los pastizales un montón de fierros retorcidos y una humareda que subía al cielo. Finalmente los invasores optaron por irse y en cuanto se retiraron así lo hicieron sus contrincantes, una potencia rival en la Galaxia.
El moro se aproximó a Carolina quien estaba extasiada de la felicidad.
—A nombre de la Alianza Siriana le doy las gracias por alertarnos —le dijo—; definitivamente que no le conviene a la Galaxia que nuestros enemigos reticulinos tuvieran acceso a este planeta con sus recursos naturales casi sin explotar en estos momentos y su posición estratégica. Debe haber sido difícil para usted estar un año entero aquí.
—Era mejor que la vida que tenía en mi época.
El moro se desprendió de sus ropajes arabescos que le cubrían el rostro mostrando una anatomía imposible en un ser humano. Un rostro totalmente alienígeno carente de nariz, con una amplia boca sin dientes, similar a la de un pescado, piel oscura rugosa y unas orejas cuyos lóbulos caían hasta la quijada.
—Le deseo suerte, adiós —dijo y luego habló en su lengua natal llamando a la nave nodriza. Segundos después el alienígena se esfumó entre ases de luz siendo teletransportado lejos de la Tierra.
Carolina entendía aquel extraño idioma siriano pues lo había aprendido cuando trabajaba como esclava para la cruel raza reticulina cuya invasión había logrado truncar. Los reticulinos; fríos e insensibles antropoides de color gris y grandes ojos negros, habían conquistado la Tierra 500 años antes del nacimiento de Carolina y ella había nacido en un mundo donde los pocos humanos sobrevivientes a la masacre inicial que diezmó sus números en millones para reducirlos a una cantidad más manejable, vivían todos como esclavos.
Fue mientras subsistía en esa miserable existencia que fue contactada por aquellos misteriosos agentes de la Inteligencia Siriana. Poseían una sofisticada máquina del tiempo y podían enviar a un ser humanoide al pasado, que por medio de un comunicador hiperespacial, alertara a los sirianos de ese momento sobre la inminente invasión reticulina a la Tierra que les daría una gran ventaja en la geopolítica galáctica, para que intervinieran y la impidieran… pero ninguno de ellos hubiera sido capaz de infiltrarse entre la población humana el tiempo suficiente. ¿Se atrevería ella? ¡Claro que sí! Así fue como los sirianos la introdujeron a una extrañísima cápsula de forma piramidal y la cual desapareció junto a su única pasajera disolviendo cada uno de sus átomos y enviándolos como si fuera una transmisión radiofónica hacia atrás en el tiempo, reagrupando sus partículas en el momento deseado; un año antes de la invasión.  Aprendió las costumbres, modismos y el alemán de la época y el resto es historia.
Ahora tenía que despedirse para siempre del dulce Hans Glaser. No le dio detalles (no los hubiera comprendido) simplemente le explicó que ella venía de muy lejos y que nunca lo olvidaría, luego le dio un beso en la mejilla y se fue. La pirámide del tiempo estaba escondida entre matorrales, Carolina se introdujo en ella y partió de regreso al siglo XXI donde se encontró con una Tierra totalmente diferente que jamás había sido invadida por extraterrestres. En esta nueva realidad se dio cuenta que la batalla interplanetaria librada en los cielos de Nuremberg había pasado a la historia simplemente como un misterioso avistamiento OVNI o un fenómeno celeste inexplicado del cual Hans Glaser había dejado constancia en una bella octavilla que fue registrada en la historia mediante una gaceta de la época acompañada con la siguiente leyenda:

Esta octavilla procede de Núremberg y cuenta la nueva de una muy horripilante aparición en el momento de la salida del Sol, el 14 de abril de 1561. Fue vista por muchas personas, varones y mujeres. Eran esferas de color rojo sangre, azulado y negro, o discos anulares, cerca del Sol, tres por ejemplo en fila / a veces cuatro en cuadrado, y también algunas solas / y también se han visto entre esas esferas algunas cruces de color sangre. Había también dos grandes tubos (o tres)… en cuales pequeños y grandes tubos / estaban de a tres / también de a cuatro y más esferas. Y todos ellos comenzaron a pelearse entre sí. El fenómeno duró aproximadamente una hora. Luego todo ello como ofuscado por el Sol / cayó a la Tierra desde el cielo como si todo ardiera / y con gran vapor desapareció poco a poco sobre la Tierra. También se vio, bajo las esferas, una figura alargada, igual que una gran lanza negra. Los temerosos de Dios de ninguna manera deberían de pasar por alto estas señales de la voluntad de divina, sino que los deberá de tomar como una advertencia del Padre misericordioso para que enmienden sus vidas y las encomienden a Dios y así evitar su ira y su merecido castigo.

hansglaser

Daniel González Chaves nació el 3 de noviembre de 1982 en San José, Costa Rica y ha vivido toda su vida en el cantón de Tibás. Estudiante de psicología en la Universidad Nacional, fue regidor de la Municipalidad de Tibás en el período 2006-2010.

 Publicó su primer libro, la novela de terror y ciencia ficción Un grito en las tinieblas; la vida de Zárate Arkham en el 2010 por medio de la Editorial UNED y ha publicado diversos cuentos de ciencia ficción en revistas como Sci-Fdi de la Universidad Complutense de Madrid y la revista argentina Axxón. Participante en la antología de cuentos de terror Penumbras de la Editorial Club de Libros con su cuento La niña que viajaba sola a la escuela.



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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014

"El aprendiz" por Jorge Lineya

23 Feb

 

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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014. Cápsulas literarias.

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El aprendiz

Jorge Lineya


Deslumbrado por su propia obra Víctor mira la mesa de su primitivo  quirófano como si estuviera viendo abrirse   para él una de las puertas del paraíso. En los ojos del engendro su creador se ve a sí mismo todopoderoso, tocando el techo de un Olimpo donde sabe que lo espera una nueva clase de gloria:

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«Frankenstein Meditates In Rain» por ChrisPendergraft en Deviantart.com. Creative Commons – Atribución

Padre… duele — le dice el ente con una voz gutural que se quiebra fácilmente en una sucesión de murmullos ininteligibles, apenas sale de la garganta.

 

Padre” es  la primera palabra que ha desenredado de su memoria la revivida  criatura para designarlo, ahora Víctor sonríe y extiende comprensivo su mano hacia el otro, quien imitándolo levanta y  acerca (lenta, insegura, temblorosa)la suya, con la que escasamente alcanza a palpar la punta de los dedos de su artífice en la escena de un nuevo Génesis que nunca hubiera podido haberse imaginado(por abominable) ni el gran  Miguel Ángel para la Sixtina, y el cual sólo tiene  por paupérrimos testigos, a las inertes paredes del laboratorio de este incipiente y desmandado aprendiz de dios:

 

Sí, sí: la vida es un largo dolor del que sólo nos libera la muerte. Aprende eso pronto— le contesta él, mirándolo sin compasión pero con un  sereno, frío  y expectante interés de alquimista.

 

Este momento lo  ha estado aguardando Víctor desde el mismo día en que fue forjado por una mano más poderosa y sabia. Ha estado ensayando experimento tras experimento, con paciencia, con denodada  insistencia, siglo tras siglo de esa vida eterna que le fue impuesta como castigo cuando se atrevió a quebrantar un  mandato que  apuntalaba los cimientos de un orden inicuo y discriminador, el cual  además de excluirlo,  le imponía a él  y a su gente, la ignominia de un destino de cobayos. Todavía hoy recuerda como si  hubiese sido  ayer, el momento de su captura,  su proscripción y  su ostracismo: entonces  se llamaba Adán( sin apellidos, ni pasado, ni percepción alguna del futuro), sin más titulo que el de “primer hombre”: el último de una serie de novecientas noventa y nueve pruebas precedentes que se abortaron, y el prototipo del siguiente millón de ejemplares perfectos, viviendo en un interminable presente bajo el cielo de  aquel promisorio lugar entre las aguas del  Pisón, el Gihón, el Tigris y el Éufrates que le servía también de laboratorio a otro dios(el verdadero) y donde él fungía de ignorado discípulo, a espaldas del omnisciente, omnipotente, omnímodo y mezquino maestro, quien se negaba a revelarle  los arcanos de la vida y de la muerte (  secretos que aunque empezó por birlar, luego fue descubriendo, o verificando por sí mismo, error tras error, acierto tras acierto a lo largo y ancho del proceloso océano del tiempo).

 

Comenzó ensayando con  desechos de carnicería, luego con  criaturas domésticas vivas (perros, gatos, aves) y lagartijas, y terminó experimentando con cadáveres de macacos hasta que optó por restos humanos a los que aplicaba siempre descargas medidas y precisas de energía galvánica las cuales le recababan a cosas muertas la inefable maravilla  del movimiento donde se veía palpitar (como un  artificioso milagro), el impulso de la vida. El resultado yace  ante sus ojos con el talante de un merecido premio:

 

Padre… duele- vuelve a quejarse el ente  mirándolo con un silencioso ruego en sus pupilas secas, reclamándole (como una limosna), una brizna de compasión para  él, que no  es más que un recién llegado,  un perro dado a  la luz dentro de un orbe que ni siquiera entiende  en sus primeros visos.

 

Sí lo sé. Yo también he estado ahí: soy la suma de otras partes— contemporiza Víctor (al tiempo que toma la mano a su rústico paciente y lo consuela sin fervor). Soy carne, huesos y sangre de mujer aunque el Libro (el apócrifo Libro), diga lo contrario por boca y mano de sus mentirosos exegetas  y no menos cándidos amanuenses. Hijo mío, hermano mío, padre mío, obra mía: eres lo que he sido. Serás lo que  soy: pobre de ti, pobre de mí por eso.

 

Ahora Víctor elucubra, recuerda sus años de confinamiento en El Jardín: mero eufemismo para llamar a ese corral de personas y de bestias,  limitado(como no ha vuelto a ver  ningún otro)  por un cerco invisible e inexpugnable hecho cabalmente de aire,  aunque dotado de una dureza y unas dimensiones de muralla que casi nadie podía entender  pero que él había aprendido burlar bien, a pesar de los centinelas alados (con esa apostura híbrida de personas y pájaros grandes y livianos) que siempre  vigilaban   volando o caminando, los alrededores (así como cada pie de tierra  y cada movimiento dentro del seto)  mostrando una acuciosidad que no dejaba cruzar impunemente ni una mosca hacia el otro  lado: artificios que sólo él se permitía desafiar, zanjando el suelo con útiles lascas que  fabricaba y acometiendo de vez en cuando fugas cortas y calculadas, con la complicidad de Eva (el arquetipo femenino y generador, del que se sacaban, como cepas de parra, los  tejidos o las partes para construir los tipos de hombre).

 

Con esas  andanzas de ladrón llegaba la zona prohibida, dedicándose a espiar (desde lo alto de los muros de piedra que la rodeaban), cuanto ocurría en la aparentemente inaccesible  fortaleza de hierro (que a veces veía flotar en el cielo como si no pesara, con el tamaño de una máquina descomunal, y la forma circular del Coliseo Romano según hoy le parece), y  a la cual les estaba vedado arrimarse y donde se hallaban precisamente, el día que los sorprendió y los retuvo como reos, la guardia armada. Cuando detiene sus recuerdos, pronostica en silencio. Lo ulterior es el perfeccionamiento del espécimen conseguido, así como su desarrollo y evolución natural. Para ello maquina una hembra igual o mejor que su armatoste: calcula, extrapola, sueña con la portentosa creación que será, una vez se evalúen los resultados y se corrijan los eventuales e inevitables errores:

 

Bien, Juda León, rabino de Praga, cabalista de Dios, mira. Mírame, aquí estoy yo. ¿Dónde estás tú? : he superado con creces a tu Golem sin usar más poder que el de la humana y limitada ciencia (se jacta en voz alta, sonriendo con  visajes de inocultable orgullo), el sombrío Barón, Víctor von Frankenstein; mientras su creación duerme tendida en la mesa, a la espera de un nuevo sol, y él ve salir, impasible, una nueva luna, del otro lado del tragaluz  de su sótano:

 

Estén, donde estén ustedes, más allá de este firmamento, jugando su promiscuo y azaroso juego de cruzar especies en mezclas binarias, y vigilando ésta, su “granja”, como lo prometieron— habla mirando las oscuras nubes sin ninguna devoción-, de una sola cosa quiero enterarlos: Yo… sigo aquí, y aquí pienso estar, hasta la última de las eras.

 

Afuera en el mundo, corre aún halado por  caballos y guiado por descreídos, el revolucionario e iluminado  siglo dieciocho.

 

 

(Jorge Lineya, Santiago de Cali, mayo 02 de 2005).


Jorge Lineya (seudónimo): El apellido Lineya es una suerte de anagrama del nombre de mi  desaparecida compañera Anyeli Becerra q.e.p.d ( 1966-1998) quien me apoyó en vida en mis inclinaciones literarias mecanografiando muchas de ellas  y a quien le quise hacer un homenaje dejándola hacer parte de mí, como escritor.

Mis obras han aparecido en medios virtuales como Revista Axxón ciencia ficción (Argentina), donde se me publicó inicialmente como resultado de un concurso literario promovido por esta revista («Graffiti» Axxón 201 .Posteriormente como colaboraciones en esta misma publicación han aparecido La orden (Microrrelato, Axxón 202, noviembre  de 2009); El minotauro (Microrrelato, Axxón 204, 2010); El rebelde y El gato (Microrrelatos, Axxón 211, octubre de 2010); Némesis (Cuento, Axxón 233, agosto de 2012); Costumbre (Cuento, Axxón 234, septiembre de 2012). Soy parte en Argentina de un publicación llamada “TRIPLE C Cofradía del cuento corto” donde los autores auto-publicamos y nos sometemos al escrutinio de los cófrades. También tengo un blog: www.gondra-elreinodeldragon.blogspot.com donde publicado: 29 poemas y 26 obras narrativas entre cuentos, relatos y micros. Tengo una novela (Comunión) sobre  mis experiencias en mi vida militar durante la prestación del servicio militar obligatorio.



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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014

Editorial. “Mamá, papá, quiero ser artista” por David Pérez Marulanda

23 Feb

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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014. Editorial.

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Editorial. Mamá, papá, quiero ser artista

David Pérez Marulanda


Como editor de una revista gratuita, soy temperamental frente a mi oficio. A veces parece que fuera un proyecto irremplazable, indetenible, valioso al extremo, me anima, dedico horas a leer, a corregir, a escribirle a los autores, a publicitar la publicación y hacerla más conocida. Otras veces, con la asfixia de la sobrecarga laboral, las responsabilidades, entre otros problemas del hombre ordinario, me veo alejado, como arrastrado por una ola, de la publicación y el tiempo, tan precioso, se hace tan maldito por no ser suficiente; entonces la publicación queda allí fría, por un tiempo, mientras me decido si terminar de entregarme a las labores que pagan la renta del apartamento y abandonar esa responsabilidad voluntaria de editar una revista, o luchar contra el tiempo y el cansancio para seguir publicando.

Algunos terminan por abandonar, pues si bien los “pasatiempos” son actividades en las que uno se da gusto y va a su propio ritmo, el “pasatiempo” de editar una revista lleva a establecer compromisos con los lectores, escritores, y equipo editorial, a asumir responsabilidades y plazos que son tan exigentes como los de un empleto y que frecuentemente son aplastados por nuestros trabajos y obligaciones. Siento molestia al escribir “pasatiempo” porque un proyecto como éste necesita jornada de tiempo completo (o al menos de medio tiempo) y flujo de dinero para cubrir sus propios gastos, empleados, y la justa y necesaria retribución económica a los autores. Hace unos meses escribí en un artículo en Amazing Stories:

Porque mientras se trate de algo que hacemos gratis y en nuestro tiempo libre, es porque ser escritor o editor de CF en español no se trata de una profesión. No esperemos que el género surja y crezca con una calidad profesional, cuando no tenemos profesionales del género.

Esta transición de “pasatiempos” a labor profesional no implica solo el desarrollo de un modelo de negocio, sino un cambio total de cultura, desde la producción de las publicaciones y el manejo de los editores, hasta los hábitos de los consumidores quienes están acostumbrados a no pagar por ciencia ficción en línea y a ejercer un rol pasivo y no constructivo en el ámbito cultural. Hay una búsqueda constante de estrategias para hacer de éste un proyecto autosostenible, aunque el problema de ser artistas (en el arte de la escritura y de la edición) es que no somos personas de negocios, nos es difícil buscarle el lado lucrativo a lo que hacemos y terminamos por enforcarnos, una y otra vez, sólo en el arte. Artista y negociante, necesitamos parte de ambos para proseguir, sino seguiremos siendo el adolescente frente a los padres, diciéndoles que quiere estudiar arte, mientras ellos le replican que mejor estudie algo que le de para vivir, y deje lo del arte para sus ratos libres.

Mientras tanto, para que esto continúe, hacen falta manos, muchas, para mantenerse en alto.

David Pérez Marulanda


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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014

Ilustración de portada Cosmocápsula número 8, por Le Yad

23 Feb

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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014. Arte.

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Imagen de portada

Le Yad


LE YAD (1981)

Editora de arte y diseño de Cosmocápsula. Licenciada en Diseño de la Comunicación Gráfica por la Universidad Autónoma Metropolitana, se ha especializado en el área de la Ilustración con cursos y talleres impartidos por la Academia de San Carlos, CONACULTA, Centro Cultural de España, entre otros.

Enfocada a la ilustración, la plástica y el Discurso visual. Su trabajo ha sido seleccionado en el 2009 por el Museo Mexicano del Diseño en el concurso de cartel “A la muerte con una sonrisa”, en el 2011 seleccionada en el Catalogo de Ilustraciones Infantiles y Juveniles de CONACULTA, mención en el 2012 en el XXIV Concurso de cartel “Invitemos a Leer” de CONACULTA, entre otros.

Además de coleccionar piedras de rio y dibujar día con día, ha participado en exposiciones individuales y colectivas, ha impartido talleres sobre la imagen plástica como transmisor de conceptos y ha fundado su propia marca de productos.

Actualmente es parte del proyecto de Asociación de Ilustradores en México y es directora y fundadora de “Taller de Sueños”, pequeño espacio dedicado a la lectura y ala ilustración.

Blog personal: http://simplemente-yad.blogspot.mx/

Portada-8-Le-Yad

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Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014

Revista Cosmocápsula número 8. Enero – Marzo 2014

23 Feb

Portada-8-Le-Yad

Fundadores: Antonio Mora Vélez, Dixon Acosta, Juan Diego Gómez Vélez, David Pérez Marulanda.

Comité editorial para este número: Dixon Acosta, Diana Paola Lara, David Pérez Marulanda, Pablo Concha.

Diseño, ilustración y diagramación: Le Yad, David Pérez Marulanda.

Nota importante: COSMOCÁPSULA no se responsabiliza de las opiniones emitidas en ésta publicación. Lo expresado en cada texto o imagen es responsabilidad única de su respectivo autor.
El logotipo de Cosmocápsula es de © David Pérez Marulanda.
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Colombia. 2014


ÍNDICE

(El índice se irá actualizando hasta el mes de marzo, según se publiquen nuevos contenidos)

Ilustración de portada por Le Yad.

Editorial: Mamá, papá, quiero ser artista por David Pérez Marulanda

El aprendiz por Jorge Lineya.

El cuadro de Hans Glaser por Daniel González.

Sacada a la fuerza por Francisco Kieks Ariza.

(El índice se irá actualizando hasta el 31 de marzo, según se publiquen nuevos contenidos)